A finales del siglo XIX, en plena era del descubrimiento de alcaloides con propiedades farmacológicas, y antes de que se iniciara el experimento prohibicionista que ha caracterizado el siglo XX y lo que llevamos de siglo XXI, la cocaína era considerada una sustancia muy útil. Valgan como ejemplo los dos artículos que ofrecemos en esta entrega: uno de Theodor Aschenbrandt y otro de E. Merck. Al final ofrecemos las referencias completas.
El efecto fisiológico y la importancia del cloruro de cocaína
por Theodor Aschenbrandt
El objetivo de mi estudio es demostrar que el alcaloide de la hoja de coca, la cocaína, es la sustancia que posee la cualidad milagrosa descrita por numerosos autores: en pequeñas dosis, el cloruro de cocaína permite a un hombre resistir grandes esfuerzos, el hambre y la sed, de forma que la cocaína debería considerarse un nutriente beneficioso para los nervios.
Caso 1. T., un voluntario, agotado dos días después de salir de Viena en una marcha; el tiempo era extremadamente cálido. Le di aproximadamente una cucharada de agua con veinte gotas de una solución de cocaína. Unos minutos después (cinco, aproximadamente), se levantó por sí solo y recorrió varios kilómetros fácil y alegremente, y con una mochila en su espalda. T. hizo el comentario, durante el camino, de que seguramente tomó demasiada cerveza. Al preguntarle si se sentía completamente bien de nuevo, contestó que se sentía mejor que por la mañana. No observé efectos adversos; no se quejó del sabor. T. tenía fama de ser un buen soldado.
Caso 2. R., herido grave en la cara durante un ataque nocturno, tuvo que ser llevado al campamento a las 11:30 de la noche. No había hielo ni ninguna sustancia tranquilizante a mano. Perdía mucha sangre y se quejaba de mucho dolor, que cesó tan pronto como recibió un poco de cocaína. El sueño en el que cayó en poco tiempo fue inquieto, pero dejó de quejarse y de mostrarse excitado.
Caso 3. Una observación realizada conmigo mismo. La mañana era fresca y me sentía un poco enfermo como resultado del esfuerzo y de la falta de sueño de la noche anterior. Me estaba congelando y el hecho de que hubiera que hacer maniobras no era algo que me alegrara demasiado. En el campamento bebí café caliente con cocaína; no sentí en todo el día hambre, sed ni somnolencia, y pude aguantar hasta la tarde sin problemas. Debo insistir en que estoy acostumbrado a una vida rutinaria y no estoy acostumbrado a efectuar grandes esfuerzos.
Caso 4. A., con ictericia desde hace ocho días, sufría un molesto estreñimiento a causa de un error dietético. Le di polvo de jalapa, a lo cual añadí 0,01 gramos de cocaína para fortalecer su sistema nervioso. Con la excepción de un día en que llovió, el hombre pudo seguir la marcha de los otros soldados cargado con todo el equipo.
Caso 5. A K., un voluntario, le administré cocaína en una solución de tintura de opio para la diarrea grave. No aceptó mi ofrecimiento de acomodarle en un carruaje, sino que permaneció con su compañía y me dijo que, al contrario de otras ocasiones en que había tenido diarrea, se sentía alegre y fuerte.
Caso 6. Mi sirviente, V., había bebido mucha agua con un amigo. Me dio un vaso de esa misma agua, y olía y sabía tan mal que la escupí. Poco después acudió quejándose de dolor de estómago, presión en la cabeza, vértigos y náuseas generalizadas. El otro soldado que había bebido también se quejaba, así que les di algo de opio con vino, sin resultados. Esa noche durmieron mal, y la mañana siguiente se encontraban más enfermos. Añadí 0,01 gramos de cocaína en el café de mi sirviente, y la misma cantidad unas dos horas después. V. pudo tomar parte en la marcha de ese día, aunque había llovido mucho la noche anterior y el suelo estaba enfangado. V. me dijo que se sentía mejor.
Además de estos seis casos, he utilizado cocaína en personas que se quejaban de agotamiento, especialmente después de padecer diarrea, y los resultados fueron principalmente satisfactorios. Creo que el efecto de la cocaína sobre el organismo es más benigno que el del alcohol o el café.
Utilidad de la cocaína y sus sales
por E. Merck
Yo produzco el alcaloide de cocaína puro, así como sus combinaciones con ácido muriático, ácido salicílico, ácido bromhídrico, ácido tartárico y ácido cítrico. Desde que se consiguió producir cocaína, se cree que esta sustancia es el principio activo de las hojas de coca.
La cocaína actúa sobre el sistema nervioso central, pero también sobre otras regiones nerviosas; en pequeñas dosis es estimulante; en grandes dosis causa parálisis. Aunque no hay duda de que es un veneno, sus propiedades tóxicas son relativamente ligeras y su acción no es acumulativa.
Según Fronmüller —quien en 1863 estudió la acción narcótica de la cocaína—, de 0,03 a 0,33 gramos, administrados internamente en un ser humano, no producían ningún efecto importante; en un caso el sujeto se durmió. El pulso y la respiración se aceleraban un poco al principio, pero después su ritmo era inferior al normal. En un caso de intento de suicidio, 1,5 gramos de cocaína no ejercieron ningún efecto perjudicial sobre la salud. En consecuencia, la dosis letal para el hombre debe ser muy elevada, a no ser que se demuestre que los preparados que se utilizaron no eran de cocaína pura.
Basándonos en los experimentos efectuados hasta ahora con infusión de coca, podemos considerar que las hojas contienen de un 0,02 a un 0,2 por ciento de cocaína. De mi cloruro de cocaína, una dosis de 0,05 gramos parece ser eficaz para un ser humano.
Hace poco tiempo, el doctor Theodor Aschenbrandt se ha presentado como el paladín de la cocaína porque le atribuye cualidades muy beneficiosas cuando existe debilidad, especialmente la causada por la diarrea. Durante el mes pasado, el profesor E. v. Fleischl, de Viena, y el doctor Sigmund Freud, médico del Hospital General de Viena, han experimentado con esta preparación. El primero afirma que la cocaína, mediante inyección hipodérmica, ha demostrado ser una ayuda muy valiosa contra el uso continuado de morfina, y también para contrarrestar una dosis letal de esta droga. Este hecho, por sí solo, debería bastar para que este fármaco ocupara un lugar destacado entre los tesoros de la medicina.
El doctor Freud ha realizado varios experimentos consigo mismo y con otras personas y, además de un constante aumento de fuerza física, ha detectado una verdadera euforia generada por la coca. La sensación de hambre y el deseo de dormir desaparecen mientras dura su acción.
La cocaína es un estimulante especialmente adecuado para potenciar la capacidad de trabajo del cuerpo, sin consecuencias peligrosas. Su acción es más potente que la del alcohol. Su empleo para este propósito en marchas o ascensiones a montañas es evidente.
Sobre la utilidad de la cocaína, sigue siendo una cuestión a debatir si se pueden efectuar tareas mentales durante más tiempo, o si se hacen más llevaderas con su uso. Incluso en ese caso, de momento no podemos concluir si el psiquiatra podrá utilizar cocaína para el propósito de inducir más energía en los centros nerviosos. La administración subcutánea de cocaína en dosis de 0,0025 a 0,1 gramos se ha utilizado durante meses en pacientes que sufren de melancolía, con algunos resultados positivos.
En cualquier caso, donde la cocaína tiene más futuro es en el asunto de la morfina, y tal vez también en los problemas derivados de la abstinencia del alcohol. Un americano, W. H. Bentley, publicó en 1878 la observación de que la coca puede paralizar el ansia del opiómano por la morfina. Si se confirma todo lo que se ha publicado en relación con este asunto, este fármaco tendrá un valor incalculable. No se producen recaídas; al contrario, se puede dejar de consumir coca en el momento adecuado sin volver a tener deseos de tomar morfina. No aparecen depresión ni náuseas durante la terapia; diarreas y constipados son los únicos síntomas observados.
En caso de una retirada del opio gradual o a largo plazo, se administran dosis progresivamente menores de morfina y mayores de cocaína. En casos de crisis de abstinencia absoluta y repentina, se inyectan dosis de 0,1 gramos en cuanto se siente deseo por la morfina. Con este método se convierte en innecesario el confinamiento en un sanatorio. El doctor Freud, quien observó un caso en que el paciente pasó a la fase de convalecencia positiva después de diez días de tratamiento con cocaína (0,1 gramos por vía subcutánea, tres veces al día), cree que existe un antagonismo directo entre la morfina y la cocaína.
El tratamiento del hábito del alcohol es mucho más complicado. Los primeros experimentos también proceden de América, y parecen haber concluido favorablemente sobre la utilidad de la cocaína.
Este fármaco también se ha recomendado como afrodisíaco, y el doctor Freud ha observado, sin lugar a dudas, que aparece excitación sexual tras la administración de cocaína.
Como ya se ha indicado, en cuanto la cocaína entra en contacto con la membrana mucosa, produce en ella una pérdida temporal de sensibilidad. Por ello, no sólo se han realizado intentos de curar ciertas afecciones de la laringe y la garganta, sino que se espera que se emplee como anestésico local en las operaciones de laringe. En el campo de la oftalmología también parece estar asegurado el uso frecuente de la cocaína.
La anestesia del ojo dura unos diez minutos, aunque la falta de sensación puede persistir durante algunas horas. Entre veinte y treinta minutos después de la instilación, la pupila se dilata, y vuelve a su estado normal en unas horas (doce, aproximadamente). La única anormalidad observada en este período es una ligera parálisis de la acomodación ocular que se soluciona fácilmente. En cuanto al resto de las funciones, todas siguen intactas.
Respecto a la utilidad de la cocaína, el doctor Koller ha determinado el efecto anestésico de la esta en animales a los que había provocado una queratitis por irritación causada por cuerpos extraños. El doctor pronostica un gran futuro para la cocaína en la labor de eliminar cuerpos extraños de la córnea, así como en operaciones de más entidad (eliminación de cataratas, iridectomía), o como agente narcótico en afecciones de la córnea o la conjuntiva. En breve se determinará cuál es la sal de cocaína que puede utilizarse con mayor éxito en oftalmología.
Referencias:
Aschenbrandt T., “Die physiologische Wirkung und die Bedeutung des Cocains”, Deutsche medizinische Wochenschrift, December 1883;9:730-732. Versión inglesa: “The Physiological Effect and Significance of Cocaine Muriate on the Human Organism”. Incluida en Cocaine Papers, edición de Robert Byck, The Stonehill Publishing Company, 1974.
Merck, E., “Cocain und seine Salze”, Klinische Monatsblätter für Augenheilkunde, Zeherder, Vol. 22, November 1884. Versión inglesa: “Cocaine and its Salts”, Chicago Medical Journal and Examiner 50:157-163, February 1885. Incluido en Cocaine Papers.
Acerca del autor
]. C. Ruiz Franco es licenciado en Filosofía y DEA del doctorado de la misma carrera, cuenta con un posgrado en Sociología y otro en Nutrición Deportiva. Se considera principalmente filósofo, y es desde esa posición de pensador como contempla el mundo y la vida. Se interesa principalmente por las sustancias menos conocidas, y sobre ellas publica mensualmente en la revista Cannabis Magazine.