En la primera parte de esta serie de artículos he hablado de la forma en la que sentimos genérico placer a través del consumo de cannabis y mediante la liberación de dopamina, haciendo especial hincapié (más del que me hubiera gustado) en los efectos indeseados provocados por el uso de marihuana y en estudios de dudosa fundamentación.

Hoy toca relajarse, dejarse llevar un poco y hablar sobre la experiencia sexual bajo la influencia del cannabis sin dejar de lado los tan queridos estudios científicos al respecto.

Las formas en las que podemos usar el cannabis para optimizar nuestras vidas son innumerables y entre ellas está el sexo. Antes de continuar por estos derroteros (tanta crítica recalcitrante provoca que cada día tengamos que justificar un poco más lo que decimos) cabe anotar la importancia de tener cierto control del consumo y saber mesurar los riesgos que conllevan los excesos y la habituación (de esto hablaré más específicamente en el último apartado de este artículo). Presuponiendo que esto se tiene en cuenta, detengámonos en uno de los usos de la marihuana que, desde mi perspectiva, la convierten en una planta excepcional.

Cannabis y sexo: un acercamiento científico

Pese a que muchos dan por sentado que el cannabis potencia la excitación sexual, la comunidad científica ha puesto en duda la capacidad de la marihuana para ser un estimulante del deseo (afrodisíaco). Cuando se han realizado estudios al respecto, algunos sujetos masculinos reportaron un aumento de la libido y otros, sin embargo, afirmaron que tenían problemas para mantener una erección (siento tener que hablar principalmente del hombre, pero dado que se trata de un prisma subjetivo y que la mayor parte de estudios se fundamentan en el género masculino por su capacidad de medir la respuesta fisiológica de forma evidente, no tengo demasiadas alternativas)[1].  Tendremos que esperar algún tiempo para disfrutar de resultados convincentes al respecto y sobre ambos sexos pero, por lo pronto, esto arroja algunos indicativos de cómo actúa el cannabis en el ámbito sexual.

De la misma forma que cuando realizamos cualquier otro tipo de tarea bajo el influjo de la marihuana, no siempre podemos esperar un efecto en concreto. Éste dependerá, en la mayor parte de los casos, de cómo nos sentimos antes de consumir cannabis. Todos aquellos que hemos consumido marihuana con cierta asiduidad y a lo largo de un tiempo considerable sabemos que puede actuar como un intensificador de lo que nos ocurre.

Si nos remitimos a lo fisiológico, pese a que no soy un amante de la experimentación en ratones y su extrapolación al ámbito humano, varios investigadores de la Universidad de Texas afirmaron en 1981, gracias a un estudio practicado en estos roedores, que el cannabis puede afectar a la actividad sexual masculina de dos maneras bien diferentes[2]. Al parecer, el consumo de marihuana puede aumentar primero el nivel de testosterona y otras hormonas sexuales, para más tarde disminuir estos niveles por debajo de lo normal.

Cuando la dosis de THC era baja (los investigadores trabajaron sólo con este cannabinoide aislado, sesgando considerablemente el resultado de sus investigaciones), los niveles de testosterona se mantenían moderadamente altos; mientras que si se trataba de una dosis alta, los niveles de testosterona pasaban a ser hasta seis veces superiores a su cantidad normal para, después de unos veinte minutos, descender considerablemente por debajo del nivel de testosterona medio que arrojaba el grupo control de ratones.

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Me gustaría saber más detalles sobre esta investigación, pero no he encontrado gran cosa al respecto y es de las pocas investigaciones que se han hecho basándose específicamente en el efecto afrodisíaco del cannabis y en la respuesta física relacionada a él.

A grandes rasgos, si sólo nos basáramos en este estudio para arrojar una conclusión, podríamos afirmar que el cannabis puede actuar como un intensificador del deseo sexual a niveles bajos o moderados de intoxicación, mientras que puede disminuir el deseo sexual cuando se trata de dosis altas o un consumo habitual y excesivo.

Experiencia personal

Yo soy un consumidor moderado de cannabis (no creo que mi consumo anual supere los 200 gramos), por lo que no puedo hablar de lo que ocurre cuando alguien consume 10 gramos de marihuana al día. Pero en mi caso, siempre que el estado anímico acompaña, el cannabis se convierte en un intensificador del deseo sexual y, mejor aún, en un intensificador de la propia experiencia sexual: habitualmente siento que la capacidad para comunicarme sexualmente con mi pareja está considerablemente acrecentada, así como un aumento de la conciencia corporal, la habilidad, la sensación táctil y la duración y calidad de los orgasmos. En muchos casos, mi compañía sexual dice compartir alguna de estas percepciones, aunque probablemente sea un poco más complejo en el caso de la mujer por diversas razones que no vamos a tratar en este artículo.

Creo que no debemos centrarnos en el hecho de que no exista ningún estudio científico que apoye nuestras experiencias personales, sino en que no hay ninguno que desacredite dicha experiencia, que para mí es tan real como las páginas que estás leyendo.

El problema no es que se infravalore el juicio subjetivo sobre la experiencia, el problema es que, normalmente, tanto la comunidad científica como el usuario de a pie quieren que el resultado sea A o B, sí o no, bueno o malo, y esto, por ahora y en lo que respecta al cannabis, no es posible, básicamente porque no hay suficientes estudios al respecto.

Advertencia obligada sobre la fertilidad

Estudios que se remontan a hace uno, dos y hasta tres decenios sobre consumo a largo plazo de cannabis afirmaban que los niveles de testosterona podían disminuir considerablemente, así como el número de espermatozoides viables. Además, en estos estudios se presentaban más anomalías espermáticas en usuarios masculinos con consumos abundantes y prolongados en el tiempo que en sujetos que nunca habían consumido[3][4].

Sin embargo, con el tiempo, han aparecido estudios que afirman que no hay una diferencia lo suficientemente significativa en los niveles de testosterona como para atribuírsela concretamente al consumo de marihuana, pero sí en la producción de esperma, que es considerablemente menor en usuarios habituales[5].

No debemos confundir conceptos. Esto no quiere decir que haya una evidencia clara de infertilidad en hombres consumidores, puesto que el efecto sobre la producción de espermatozoides parece ser temporal y reversible cuando el sujeto se abstiene.

También existen varios estudios que relacionan el consumo habitual y en grandes cantidades de cannabis con la disfunción eréctil[6] pero, sinceramente y en vista a lo que he encontrado al respecto, no creo que merezca dedicar mucho tiempo a este apartado puesto que estos problemas probablemente derivan de la combustión como forma de administración, y de la forma en la que afecta al sistema circulatorio.

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Conclusión

Es muy importante que mesuremos el consumo y evaluemos los riesgos de un hábito descontrolado, tanto en lo que tiene que ver con la experiencia sexual como en lo que respecta a las diferentes tareas que desarrollamos cotidianamente como parte de nuestras vidas.

Es muy probable que el cannabis sea capaz de mermar nuestras capacidades cognitivas si hacemos un uso prologando y excesivo del mismo, repercutiendo también a nuestra vida sexual, aunque la mayor parte de estos síntomas indeseados desaparecen con la abstención o con el control de dicho consumo.

No podemos considerar a la marihuana un afrodisíaco en el sentido estricto de la definición, puesto que no produce efectos afrodisíacos lo suficientemente consistentes; pero sí podemos afirmar que el cannabis tiene la capacidad de aumentar el clímax, la sensualidad o la comunicación sexual en algunos casos, advirtiendo de que también es capaz de disminuir el rendimiento sexual. En lo estrictamente científico, podría decirse que las dosis bajas y controladas tienden a hacer lo primero, mientras que los excesos y los consumos a largo plazo posibilitan el efecto adverso.

Pero, amigos lectores, todo esto no son más que alusiones a estudios que no están lo suficientemente fundamentados y juicios personales basados en la experiencia. Como habitualmente, os recomiendo que seáis vosotros mismos los que mesuréis hasta qué punto es productivo el cannabis en vuestra vida sexual y si merece la pena usarlo para tal fin.

[1] Columbia Health. (1995). “Effects of marijuana on libido and fertility“. 01/06/2015, de Columbia University. Sitio web: http://goaskalice.columbia.edu/effects-marijuana-libido-and-fertility.

[2] Joel Greenberg. (1981). “Study Links Use of Marijuana to a Fluctuation in Sex Drive”. 05/06/2015, de The New York Times. Sitio web: http://www.nytimes.com/1981/07/25/us/study-links-use-of-marijuana-to-a-fluctuation-in-sex-drive.html.

[3] J Theor Biol, 1983, 104(4): 685-692, “Effects of marijuana on testosterone in male subjects”.

[4] Pharmacol Biochem Behav, 1986. 24(6): 1749-54, “Acute effects of smoking marijuana on hormones, subjective effects and performance in male human subjects”.

[5] Columbia Health. (1995). “Effects of marijuana on libido and fertility“. 01/06/2015, de Columbia University. Sitio web: http://goaskalice.columbia.edu/effects-marijuana-libido-and-fertility.

[6] Intl J of Impotence Research, 2008, 20(6):566-573, “Early endothelial dysfunction as a marker of vasculogenic erectile dysfunction in young habitual cannabis users”.

Acerca del autor

Xosé F. Barge se licenció en Periodismo en la UPSA. Posteriormente realizó el grado en Humanidades y se especializó en literatura distópica del s. XX. Es el Redactor jefe de Cannabis Magazine y El Cultivador.