Pues eso, hoy: Juan Carlos Usó Arnal. Bibliotecario, escritor, pionero Webmaster de Mundoantiprohibicionista, antiprohibicionista, preconstitucional, freak, esparramador de nitrofoska, vendedor ambulante de pastelitos de jengibre y… mil cosas más. Vamos, que lo tiene todo, el amigo. Vayamos con él. A ver qué nos cuenta.

Por Eduardo Hidalgo

Estimado Juan Carlos, estamos en enero de 2013 y es usted un hombre hecho, derecho y con pelo en el pecho, ¿pensó usted en algún momento que llegaría o que no llegaría aquí?

No he sido demasiado proclive a hacer proyecciones de futuro… Hace 20 o 30 años me habría costado imaginarme a estas alturas. Naturalmente, a medida que me acercaba, me he ido haciendo a la idea. Desde luego, nunca he participado de la supuesta profecía maya –ni demás teorías agoreras– que fijaba el fin del mundo para diciembre de 2012, si te refieres a eso. Y si te refieres a la evolución de mi estado de salud… Pues es verdad que a principios de 2012 me llevé un buen susto, cuando me detectaron un cáncer. Diagnóstico aparte, mi principal preocupación era que no tenía listo un “plan B”. Afortunadamente, el linfoma de Hodgkin que me detectaron y el estadio de la enfermedad tenían un buen pronóstico y respondí bien al “plan A”, o sea, a la quimioterapia. Si al tratamiento convencional le sumas el apoyo incondicional de la familia y de un montón de amigos y amigas, aquí me tienes, vivito y coleando. Ahora tengo que ir pasando mis ITV particulares, pero no me quejo. De momento, voy tirando.

Ufff… Ahora hablas del tema con mucha tranquilidad de ánimo, pero el momento en que recibiste la noticia debió de ser bastante tenso y dramático… ¿Podrías contarnos los detalles para Yonki Corazón Rosa?

Bueno, el momento del diagnóstico no estuvo carente de de buenas dosis de humor negro… Resulta que, en unas pruebas preoperatorias que me habían realizado por otra cuestión que no viene al caso, me diagnosticaron una enfermedad pulmonar oclusiva crónica (EPOC), más conocida como enfisema pulmonar. Fui a un neumólogo, me hizo unas pruebas de respiración y me dijo que todo parecía normal, que si tenía una EPOC era en un estadio inicial… Para salir de dudas ordenó que me hicieran una tomografía axial computerizada (TAC) de la zona del tórax. Volví a su consulta con los resultados del TAC bajo el brazo. Hube de esperar mucho rato en la sala de espera. Cuando fui llamado, con más de una hora de retraso sobre la hora convenida, el médico se mostraba desolado: “Menudo día llevo. He tenido que dar hasta nueve diagnósticos de cáncer a otras tantas personas que no se lo esperaban… Esto parece una epidemia… Pero, usted es joven y se le ve con buen aspecto. Si no recuerdo mal, usted viene por un supuesto EPOC, que al final quedará en nada, ya lo verá”, me dijo mientras me invitaba a tomar asiento.

Si se sentía más cómodo y familiarizado con pacientes más curiosos o ansiosos por conocer los resultados analíticos no lo demostró cuando le entregué el sobre cerrado y me quedé mirándole con gesto de expectación contenida. De hecho, mientras manipulaba el sobre, todavía tuvo ánimo para añadir un comentario, sin duda destinado a aliviar la tensión del momento: “Bueno, peor le ha ido a ese Rey Mago que en plena función ha caído fulminado por un infarto”. Era 12 de enero y se refería al suceso que había tenido lugar hacía pocos días en el pueblo valenciano de La Pobla de Farnals, donde un vecino había fallecido de un ataque al corazón mientras encarnaba a Melchor en la tradicional cabalgata de los Reyes Magos.

Dicho esto, el especialista comenzó a leer el informe del TAC. De repente, se quedó con la vista fija en el papel, sin hacer el más mínimo gesto. Intuí que algo iba mal. No podía ser que tardara tanto en dar lectura a un simple folio. Empecé a alarmarme y cuando me disponía a preguntarle por el contenido del informe, el neumólogo, sin levantar la vista del papel, me dijo: “No tengo buenas noticias para usted”. Yo todavía pensaba en clave de enfisema, pero todo se aclaró cuando el médico añadió con voz totalmente compungida y cara de tierra trágame: “Aquí dice que probablemente tenga usted un linfoma”. Imagínate la situación. ¡Pobre hombre!

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¿Qué pasó entonces? Si no recuerdo mal te dio un ataque de risa -del que también se contagió el medico- y acabasteis los dos completamente descojonados, ¿no?

No exactamente. La situación era “tragicómica”. El médico estaba muy apurado, pero reaccionó inmediatamente. Descolgó el teléfono y me concertó para el día siguiente una visita con la hematóloga que me trataría durante los meses siguientes. Cuando nos despedimos el médico seguía afectado. Me dio pena, aunque la situación no dejaba de tener su lado cómico, por cómo habíamos llegado, por sus comentarios previos. Para aliviar la incomodidad de la escena me dio por preguntarle: “¿Y del enfisema qué?” Me miró cariacontecido y me dijo: “Olvídese del tema y concéntrese en el tratamiento del linfoma… Y pase a verme o llámeme dentro de unos meses para decirme cómo va todo. No se crea que soy tan malo”. Salí de la consulta, ligeramente aturdido, y nada más pisar la calle me encontré con un amigo de toda la vida y le solté la noticia. Por cierto, ¿tú crees que todo este rollo tiene interés para Yonki Corazón Rosa?

Por supuesto, Juan Carlos, no lo dudes. La peña lo flipa con estas historias. Mira, si no, el éxito televisivo de programas como Saber Vivir o de series como Hospital Central. Ya te digo, los lectores, encantados. Pero bueno, a lo que vamos, imagino que, después de eso, a sopitas y calditos. En otras palabras, que la farmacología pagana ni catarla…

Como bien sabes tú, porque estabas allí… Un grupo de amigos y amigas organizó una fiesta en mi honor. Quisieron sorprenderme, y lo consiguieron, con la presentación sorpresa de mi libro “Píldoras de realidad” (Madrid, Amargord, 2012). El caso es que todo el mundo iba de MDMA y 2C-B, y como yo todavía estaba con la quimioterapia convencional, y lo que tenía era un linfoma de Hodgkin, pues deseché esas sustancias, que podían afectar negativamente a mi sistema inmunológico, y tomé la decisión de abandonarme en brazos de la sorprendente criatura de Albert Hofmann. Hacía algún tiempo que no tripaba y ¡me sentó de lujo! No sólo fui yo quien lo sentí así, sino que también hubo amigos que me lo dijeron.

Y tanto, cabrón, ¡si nos tumbaste a todos! Ha, ha, ha. De verdad, tío, ¡qué actitud! Me recuerda a Gaspar (imposible no acordarse de él). Disculpa que me salte el protocolo de los entrevistadores, y deja que comente una anécdota, pliz. Creo que fue la última vez que le ví. Me pidió un tiro de speed… seguí hablando con él como si nada, porque le veía muy hecho polvo y no sabía si lo decía en serio o no; hasta que me dijo: “bueno, ¡¡¡cojones! ¿Me vas a poner ese tiro o qué?” jaajajaja. Se lo puse, lo degustó felizmente y me comentó que el buen pitxu siempre le recordaba al olor del césped recién cortado. ¡El Puto Amo! Tu turno.

¡Gaspar era todo un crack! Jajajajajaj. Por nada del mundo hubiera entrado en competición psicoactiva con él.

Volviendo a la fiesta… recuerdo perfectamente que tuviste una trascendental revelación místico-conspiranoica al respecto de la clase social de Jesús de Nazareth y los grandes misterios del cristianismo. ¿La recuerdas tú también? ¿Podrías compartirla con los lectores de Yonki Corazón Rosa?

Recuerdas perfectamente… En cualquier caso, por poca cantidad que le dejaran de oro, incienso y mirra -tres productos carísimos en la época- lo libraron de la pobreza para toda la vida. Por eso pudo montarle la carpintería a su padre, José, y pasarse 33 años sin dedicarse a trabajo productivo alguno (si descontamos el milagro de la multiplicación de los panes y los peces y el asunto aquel del vino en las bodas de Canaan). Bueno, no conozco más detalles… Es una hipótesis… No sé, siempre me ha chirriado la idea de la pobreza vinculada a Jesús al pensar en los regalos de SSMM los Reyes Magos… y viceversa.

Verdaderamente inquietante… Gracias por iluminarnos, Juan Carlos. Te sugiero que escribas un artículo sobre el tema, de verdad. Y muchísima suerte con tus ITVs. Ahora, si te parece, demos paso a otros asuntos… A ver, a ver, qué se me ocurreeee… Ya sé: Tú eres algo mayor que yo, preconstitucional, por así decirlo. Háblanos de tu carnet… ¿lo echas en falta? Porque te dio grandes momentos, ¿no es así?

En efecto, en 1984 decidí no volver a renovarme el DNI, y hasta hace cuatro o cinco años me identificaba con una antigualla formato preconstitucional, de aquellas con el fondo azul y el escudo franquista… No veas cuando me tocaba enseñarlo por algún imponderable… La gente flipaba cuando me tocaba exhibirlo por algún motivo. Muchos me preguntaban por qué no lo tenía homologado. Decía que era una persona muy ocupada y que no había tenido tiempo de renovarlo y tan campante… A fin de cuentas el número sigue siendo el mismo, ¿no? jajajaja… Y lo cierto es que llevo el actual porque aquella pieza de museo la extravié -o me la quitó alguien en una fiestorra-. No te puedes imaginar cuánto me duele la pérdida o el robo de aquel vestigio arqueológico.

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Joer, la banda pensaría que eras alguien super-chungo ligado al más rancio pikoletismo…

No creo que la gente se acojonara, ni que pensara de mí “qué tío más chungo”, en plan facha y tal… Sino que lo percibían como un detalle de abandono total, de inexplicable dejadez…

Si tú lo dices… Pero bueno, cambiemos de tercio. Hablemos de la heroína. Desde siempre, se ha comentado que esta sustancia fue y ha sido introducida por las Fuerzas del Mal para acallar y aborregar las mentes críticas, combativas y de Bien. Supongo que el Escohota les salió rana a los servicios secretos patrios, pero, en cualquier caso, aunque, tal vez, no hayas reflexionado nunca sobre el tema, (sólo, tal vez, porque, igual vas, nos sorprendes y resulta que ya lo tienes todo estudiado), improvisa y dinos qué piensas al respecto, por favor.

He realizado una investigación sobre el tema, que provisionalmente he titulado “Nos matan con heroína. Sobre la intoxicación farmacológica como arma de Estado”. Ahora mismo estoy en tratos con alguna editorial interesada en su publicación… Verás, creo que se trata de un mito, de una especie de leyenda negra de la transición, que por varios motivos se ha mantenido hasta nuestros días. Pero no hay ninguna prueba que demuestre que la introducción y extensión de la heroína en España obedeciera a un plan maquiavélico orquestado por la CIA y determinados poderes fácticos.

Hmmm, hablando de libros… como bibliotecario que eres, ¿puedes aclararme una inquietud? ¿Tiene este término algo que ver con la Biblia?

Las palabras “bibliotecario” y “Biblia” comparten la misma raíz etimológica. Ambas derivan del griego clásico βιβλίον (biblíon), que significa “rollo”, “papiro” y, por extensión, “libro”. El plural sería τα βιβλία, (ta biblía), o sea, “los libros”…

Gracias… y otra solicitud para el bibliotecario. Por favor, recomiéndanos un libro cañero, algo que no nos deje indiferentes.

Últimamente he leído dos libros que me han gustado mucho: “Stoner”, de John Williams (Tenerife, Baile del Sol, 2012) y “Nada se opone a la noche”, de Delphine de Vigan (Barcelona, Anagrama, 2012). No sé si calificarlos de cañeros, en sentido estricto, pero estoy seguro de que su lectura no deja indiferente.

Muy, bien, gracias. Ahora, dejémonos de polladas y hablemos de pibas. ¿Das tu voto por Alba Crusellas como musa del Mimosismo?

¡¡¡Por supuesto!!! Aunque mucho me temo que ella preferiría pasar a la Historia como Musa de la Generación Special K… que en realidad, bien podría coincidir con la Generación Mimosista, pero eso es ya otro cantar, y en cualquier caso está por demostrar.

Cierto… Yo también voto por ella. En cualquier caso, resulta que ya nos hemos quedado sin espacio en el artículo. Una lástima, porque me consta que lo tuyo da mucho de sí, ja, ja, ja. ¿Quieres comentar alguna última cosa o te hago yo la última pregunta?

Pregunta lo que quieras y yo te contestaré lo que pueda.

De acuerdo, tú lo has querido. Ahí va. Por 25 pesetas la respuesta: usos que se le pueden dar a un flotador. Un, dos, tres, responda otra vez.

Jajajaja… Pues puede emplearse para flotar, como su propio nombre indica, y también para sentarse encima si uno ha sido operado de una fistula perianal o de un sinus pilonidal fistulizado (lo digo por propia experiencia)… Total, me debes 50 pesetas.

Acerca del autor

Eduardo Hidalgo
Yonki politoxicómano. Renunció forzosamente a la ominitoxicomanía a la tierna edad de 18 años, tras sufrir una psicosis cannábica. Psicólogo, Master en Drogodependencias, Coordinador durante 10 años de Energy Control en Madrid. Es autor de varios libros y de otras tantas desgracias que mejor ni contar.