Quemar cannabis incautado

Intoxicación a un pueblo entero al quemar cannabis incautado: El error de una policía que actúa sin ciencia ni conciencia reabre el debate sobre la política de drogas. 

Lice, una pequeña ciudad del sureste turco, se convirtió en escenario de una insólita tragedia colectiva: miles de sus vecinos fueron intoxicados tras una operación policial que pretendía ser ejemplar. La policía había incautado más de veinte toneladas de cannabis. Decidió destruir la droga. La quemó. Al aire libre. En pleno centro urbano.

Durante días, el humo impregnó cada rincón de la localidad. Mareos, náuseas y episodios de desorientación se convirtieron en parte de la rutina. Los hospitales se llenaron. Las ventanas se cerraron. Las quejas se multiplicaron. “Nuestros hijos enfermaron”, decían los vecinos, “vamos constantemente al hospital”.

La escena sería grotesca si no fuera profundamente alarmante. Porque lo que ocurrió en Lice no fue un accidente: fue una consecuencia. El resultado lógico de una política de drogas diseñada para castigar, no para comprender. Una política que aún trata a las sustancias como enemigos abstractos en lugar de abordarlas como realidades sociales, médicas y humanas.

En lugar de buscar una solución racional, se impone el espectáculo: hacer arder el botín, marcar territorio, enviar un mensaje. Pero el mensaje que recibimos es otro. Nos habla de improvisación, de negligencia institucional y de un enfoque más ideológico que sanitario.

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¿De verdad era necesario prender fuego a 20 toneladas de cannabis en medio de una ciudad? ¿Nadie pensó en la población? ¿Nadie consultó a un experto? ¿A un médico? ¿A un científico?

Lo ocurrido debería sacudir conciencias. Dejar claro que la gestión de las drogas no puede seguir atrapada en los automatismos de la guerra fría moral que tantos daños ha causado. Regular no es rendirse. Es asumir la realidad con madurez. Es evitar que miles de personas acaben hospitalizadas por decisiones absurdas. Es poner el foco, por fin, en la salud y la responsabilidad.

Turquía no ha tenido un brote psicodélico. Ha tenido un brote de irracionalidad institucional. Y ha quedado claro, una vez más, que el verdadero peligro no está en las plantas, sino en la ceguera con la que se decide qué hacer con ellas.

 

 

Acerca del autor

Agustín Lacalle destaca como Director y Maquetador de 'Cannabis Magazine' y 'El Cultivador'. Con una profunda pasión por el cannabis desde el siglo pasado, combina habilidades en redacción e investigación, aportando perspectivas únicas al mundo del cannabis