Cultivo de autoflorecientes para principiantes

Las plantas autoflorecientes poseen una genética que las hace únicas, tienen la virtud de florecer en cualquier época del año puesto que su ciclo vital sucede independientemente de las horas de luz (fotoperiodo), al contrario que las semillas fotodependientes.

por José Manuel Merino

Esta es, sin duda, su principal característica. Ahora bien, siempre vamos a obtener mayor producción y mejor calidad si las cultivamos en primavera/verano que si lo hacemos en otoño/invierno, al igual que también cambiará su sabor y efecto.

Las plantas autoflorecientes se pueden cultivar tanto en exterior como en interior, hay breeders como Pato que recomienda cultivar las variedades autoflorecientes en exterior, aunque también lo podamos hacer en interior.

La autoflorecientes aguantan muy bien los climas fríos

La mayor parte de ellas conviene recogerlas entre los 50 y 60 días después del inicio de la floración o entre los 70 y 80 días desde la siembra. Es recomendable seguir las indicaciones de los bancos e incluso dejarlas algún día más, ya que todos se empeñan en tener las automáticas más rápidas del mercado.

En cuanto a su tamaño, suelen tener una altura media, que oscila entre los 60 y los 150 cm, siendo el metro de altura lo más habitual en este tipo de plantas, siempre dependiendo de la variedad, su cultivo, la zona y los nutrientes empleados.

Las plantas autoflorecientes provienen del cruce de la subespecie ruderalis (la cual produce unos niveles de THC bajos) con una variedad índica o sativa (con niveles de THC altos). Dependiendo del tipo de cruces que hagamos obtendremos distintos sabores, olores, cogollos y efectos, pudiendo obtener una hierba de recreo, para disfrutarla en nuestro tiempo libre, o para su uso paliativo.

Es importante saber que el cruce de ruderalis con una variedad índica suele producir un efecto sedante, mientras que con el cruce de una sativa el efecto suele ser más activo y euforizante, obteniendo una sensación tanto física como mental y tendiendo más a estimular que a sedar.

La autoflorecientes aguantan muy bien los climas fríos ya que la variedad ruderalis proviene del norte de Asia. La primera variedad autofloreciente fue Lowryder. Esta variedad fue creada a partir de la genética índica y una rudelaris. Posteriormente salieron al mercado White Dwarf y Road Runner.

En principio tanto la calidad como la cantidad eran escasas, por lo que los consumidores no se decidían por este tipo de plantas, pero con el paso del  tiempo los bancos han solucionado este problema  y actualmente existen en el mercado variedades autoflorecientes con una calidad y cantidad de cogollos considerables.

Germinación y trasplante

La germinación es idéntica a la de una semilla fotodependiente. Para realizar este proceso con éxito las semillas necesitan unas condiciones de temperatura y, sobre todo, de humedad/oscuridad determinadas. La temperatura ideal para que germinen es entre los 23 y los 26 grados Celsius. Humedad y oscuridad son fáciles de proporcionar y bastaría con usar la forma básica de germinado, que se basa en juntar plato con plato para conseguir la oscuridad y depositar dentro una servilleta húmeda. Normalmente, las semillas suelen germinar entre 48 o 72 horas, pero hay algunas que pueden llegar a los 10 días, transcurrido este tiempo deberíamos ir pensado en reclamar a nuestro grow de confianza la reposición de la misma.

Ésta sería la forma tradicional de germinado, también se puede utilizar un germinador tipo “pro”, el cual aporta todas las condiciones necesarias para el germinado. Otra alternativa es introducirla en un jiffy (taco de turba prensado) o un taco de lana de roca, y depositarla en su maceta definitiva cuando llegue el momento.

El sistema radicular de las plantas automáticas es bastante vago y necesita un buen sustrato, que sea esponjoso y aireado, para un buen desarrollo radicular, puesto que si utilizamos un sustrato poco aireado las plantas no se desarrollarán bien y pueden llegar en muchos casos a la muerte de la planta. En el caso de la automáticas esto se complica un poco ya que tanto el sustrato como los nutrientes que utilicemos en el riego deben de ser óptimos en todo momento, puesto que de lo contrario la planta no desarrollará todo su potencial.

Debemos utilizar un sustrato aireado y que esté poco abonado, tipo light mix, que podemos encontrar de diferentes marcas en nuestro grow y controlar muy bien el pH como la EC en su corto periodo de vida.

El periodo de crecimiento dura entre 15 y 20 días y es muy importante no cometer errores para el buen desarrollo de la planta, ya que cualquier fallo en este corto periodo podría estresarla, mermando su tamaño y producción.

Lo ideal es ir añadiendo los nutrientes poco a poco según sus necesidades, un exceso de alimento puede alterar el desarrollo de las raíces y de la planta en general, puesto que de las raíces dependerá el desarrollo de la misma, entre otros factores.

Hay que tener mucho cuidado con el riego tras el periodo de germinación. Lo ideal es humedecer pulverizando la maceta antes de que asomen sus cotiledones e ir aumentando la cantidad de agua en relación al crecimiento de la planta, vigilando el nivel de hidratación del sustrato, ya que si éste se seca demasiado, la planta dejará de desarrollarse correctamente, por lo que perderá gran parte del potencial.

Transcurridos unos 10 días tras la germinación, las plantas suelen estar preparadas para su trasplante. Lo ideal es hacer el trasplante a la maceta final por lo que comentábamos sobre sus problemas radiculares y la necesidad de aprovechar al máximo el tiempo que ocupa su ciclo vital. Este trasplante puede hacerse a una maceta de entre 7 y 20 litros, dependiendo de la variedad y sus posibilidades de crecimiento.

El cultivo de autoflorecientes

El cultivo de este tipo de variedades es bastante sencillo, aunque como todo en la vida, implica alguna dificultad. Las autos son muy recomendables para neófitos en y para personas que no dispongan de mucho espacio (tanto en interior como en exterior), así como para climas adversos (donde predominan los climas fríos y el número de horas de sol es escaso).

En cuanto a los abonos líquidos de crecimiento y floración, en el caso de las autoflorecientes podemos utilizar un producto para las dos fases con una línea fija,   es decir, un NPK estable, sobre 8N-9P-7K, que contienen calcio, aminoácidos, aminopurinas, lignosulfonatos, polisacáridos (hidratos de carbono complejos), microelementos y molibdeno. También existen fertilizantes específicos para estas genéticas.

En la última fase de la floración podemos subir un poco el NPK ya que la planta reclamará más comida y le podemos agregar con los riegos, además del abono líquido, una cucharada de hidratos de carbono simples, que será más que suficiente para que nuestros preciados cogollos engorden un poco (es recomendable no abusar de los hidratos, pueden quemar las raíces).

Al igual que en la primera fase, en esta es muy importante controlar el pH (nivel de alcalinidad y acidez) y la EC (electro conductividad) su nivel dependerá del tipo de cultivo que utilicemos: tierra, coco, hidrópico, etc.

Con un pH y EC descompensado la planta no tomará los nutrientes que les proporcionamos, entre otros problemas, y no desarrollará su potencial al final de su corta vida.

Igual de perjudicial es regar en demasía. Debemos regar cuando el sustrato esté seco, hasta que drene el agua por la parte inferior de la maceta. No por mucho regar y añadir productos nuestras plantas van a crecer más.

Ventajas e inconvenientes

La motivación comercial que encierran estas plantas se fundamenta en los problemas de espacio, clima y horas de sol, entre otros. Una de sus principales ventajas es, como hemos citado antes, su independencia fotoperiódica, ya que pueden comenzar la floración al margen de las horas de sol. Son plantas de porte medio, con lo que podemos evitar fácilmente que las vean vecinos y transeúntes y, con ello, cumplir con la recién instaurada Ley Mordaza, que nos obliga a que nuestras preciadas plantas no se vean desde la vía pública.

Al tener un corto periodo vital, este tipo de plantas tiene la ventaja de no exponerse demasiado a los temidos ataques de plagas como los pulgones, cochinillas, arañas, trips y hongos.

Pero, como todas las demás variedades de plantas de marihuana, las hojas son de una textura blanda y por ello muy apetecibles para este tipo de plagas. Por lo que es aconsejable utilizar tratamientos preventivos.

Otra de las grandes ventajas que ofrecen las plantas autoflorecientes es que no necesitan mucho espacio y las podemos cultivar en cualquier balcón o terraza (por pequeña que sea) o frente a ventanas que estén ventiladas e iluminadas.

Los principales inconvenientes se encuentran en la producción y calidad que nos ofrecen dichas plantas. La producción suele rondar los 60 gramos por planta, dependiendo de la variedad, mientras que sus hermanas fotodependientes ofrecen un espectro de producción, olor y potencia mucho más diverso. Las variedades auto suele ser narcóticas y suaves, mientras que entre las fotodependientes podemos encontrar un gran abanico de posibilidades y potencias.

Los bancos han experimentado mucho con autos en los últimos años, ya que les resulta muy rentable. Tras las primeras automáticas llegaron las autoflorecientes de gran producción y, cuando creíamos que lo habíamos visto todo, el pasado año presentaron las semiautomáticas. Pero este tema quedará para un próximo número de Cannabis Magazine.

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.