Los colores llamativos en ejemplares de cannabis siempre han cautivado a los autocultivadores

Texto y fotografías por Marqués de Esquilache

De entre las genéticas que podemos encontrar en el mercado nacional, destaca un banco que ha dedicado una gama exclusivamente para ellas, Sweet Seeds. Este banco consiguió alguno de sus mayores logros desarrollando plantas autoflorecientes cuyos colores, entre el rojo y el granate, daban tanto exotismo a las matas que más de un cultivador sintió una enorme curiosidad y optó por probar. Por si fuera poco, han resultado ser plantas de gran calidad y con un efecto de lo más placentero. Para darle todavía un toque más de exotismo, el cultivador que nos muestra esta colección, ha optado por un cultivo ciento por ciento bonsái. ¿El resultado? Juzgad vosotros mismos.

cannabis auto sweet seeds

Red Poison o Dark Devil son nombres que en muy poco tiempo conocen casi todos los cannabicultores. Son matas cuyos cogollos, una vez secos, se volvían casi negros, dando ese magnetismo misterioso que el público ha celebrado como verdaderas campeonas. Tanto en interior como en exterior dan muy buen resultado aunque personalmente creo que en exterior son más interesantes, más productivas y mucho más fáciles de tratar. Son duras y aguantan algunas de las tropelías que los novatos suelen cometer. En otras palabras, que aunque seas un cultivador novel no te vas a quedar sin nada por mal que lo hagas. No obstante, lo suyo es hacerlo bien. Por esto queremos mostraros unos ejemplos de estas preciosas plantas cultivadas en akadama, el único sustrato que los “senseis” (maestros, en japonés) de la disciplina bonsái consideran apropiado para obtener el mejor resultado en prácticamente cualquier cosa que cultives confinado en una maceta o espacio limitado.

La akadama es una arcilla que se encuentra sólo y exclusivamente en las faldas del mítico monte Fuji

Pero, ¿qué es la akadama y por qué botánicos tan sabios como los senseis la consideran lo mejor con diferencia? La akadama es una arcilla que se encuentra sólo y exclusivamente en las faldas del mítico monte Fuji, en Japón. Monte sagrado y hogar de deidades del sintoísmo, el monte Fuji es, sin duda alguna, la visión más espiritual que te llevas después de visitar el país del sol naciente. No es de extrañar que tenga algo único y especial en sus faldas majestuosas. Aparentemente son bolitas muy parecidas a la arlita y se da en tres tamaños: pequeñas, medianas y grandes. Para este cultivo cannábico, este jardinero ha optado por el tamaño mediano. El pequeño tarda mucho en secarse entre riego y riego y el tamaño mayor todo lo contrario: se seca con excesiva rapidez en nuestro verano.

Akadama seca y húmeda
Akadama seca y húmeda

Pero si la akadama tiene una virtud especialmente interesante para cultivar cannabis, es el hecho de que en breves riegos fija el PH del suelo en un 6,5, lo cual la convierte en ideal para conseguir fantásticas cosechas de nuestra planta. La akadama de tamaño medio, al tener un tamaño de aproximadamente un centímetro de diámetro, deja sitio de sobra para que el oxígeno circule con absoluta facilidad. Quizás demasiado en el calorazo del verano. Por ello y para tener que regar algo menos, muchos cultivadores la mezclan con una tercera parte de turba rubia (sphagnum). “Las que cultivé en exterior sí que las mezclé un poco con turba rubia”, nos informa su propietario. “Pero también cultivé unos pequeños bonsais de cannabis en interior y sólo con akadama,”. Reconoce que es mejor usar sólo akadama. Y, de hecho, cuando me mostró un cepellón de una planta cosechada me quedé estupefacto ante la cantidad de finas raíces que formaban un auténtico enjambre de adventicias, que a su vez conformaban una bola sólida. “Este estímulo de raicillas adventicias (las que utilizan las plantas para alimentarse) es asombroso con la akadama”, nos cuenta este investigador. Y nada puede ser mejor para la planta ya que mientras que las raíces primarias sólo sirvan para su anclaje al suelo, las adventicias o secundarias, son las que emplea para alimentarse. Con lo que, a mayor número de finas raicillas adventicias, mayor y mejor capacidad de alimentación para la planta.

Akadama comprada por internet
Akadama comprada por internet

Hacia primeros de mayo, practiqué unos agujeros en el suelo que rellené con akadama y algo de turba rubia de calidad.” – recuerda el cultivador. “Cada planta disponía, más o menos, de unos 20 litros de volumen, que no está mal para plantas autoflorecientes”. La duda viene, sin duda, por el hecho de que las plantas se pusieron muy grandes y nuestro cultivador pensó que algo más de espacio le hubieran dado una mayor cosecha. “Previamente había germinado las semillas en algodón húmedo de agua de su pozo. Allí estuvieron tres días, lo que aparentemente puede ser demasiado. Pero en aquella época hacía frío todavía y, aunque tenía las semillas en casa, preferí esperar hasta que todas las semillas mostraran sus raicillas”, explica este cultivador. Pero pasados estos días, las semillas fueron colocadas en agujeros en el sustrato que fueron hechos con un bolígrafo bic y alrededor de dos centímetros de profundidad. Quiso la fortuna que el tiempo cambiara bruscamente y en un día las temperaturas subieron hasta los 29 grados de máxima y unos 15 de mínima al caer la noche. Más que suficiente cuando partimos de una excelente genética y además realizamos el cultivo como dios manda.

El primer riego fue hecho con agua de gran pureza (de lluvia) a la que se añadió un buen estimulador de raíces, que siempre resulta realmente efectivo. “Mi obsesión en todo cultivo es el desarrollo espectacular de las raíces”, nos explica este investigador. Y el caso es que tiene más razón que un santo ya que el pilar básico de una gran planta es un cepellón de la misma calidad. “Como hacía buen tiempo, tan sólo tuve que esperar 10 días para volver a regar”, recuerda. “Pero en esta ocasión, además del estimulador de raíces, también añadí algo de aminoácidos, que tienen un poder estimulante fuera de lo común. De hecho, en todos mis cultivos los aminoácidos están siempre presentes”, resalta con toda la importancia que tiene este sencillo hecho y que tanto hace por cualquier tipo de planta o árbol.

Y como la temperatura seguía siendo calurosa pero moderada, en otros diez días las plantas ya tenían cuatro pares de hojas y volvieron a ser regadas con algo estimulador de raíces, aminoácidos y algas, otro compuesto orgánico muy práctico en el cultivo de cannabis. Como ya hemos dicho en más de una ocasión, no podemos olvidar que la vida en el planeta viene de los océanos y es, precisamente en ellos, dónde encontramos las mayores fuentes de energía y vida. “Si te das cuenta, hasta este momento las plántulas no habían sido abonadas con ‘comida’ propiamente dicha. Habían sido ayudadas con aminoácidos y estimulador de raíces. Pero fueron las algas la primera comida real que recibieron”, nos explica. Pero recordemos que las semillas, por sí solas, contienen una considerable cantidad de nutrientes que les permiten estar algunas semanas sin más ayuda. Por lo tanto, lo que nuestro protagonista hizo fue concentrarse en desarrollar un gran cepellón antes de ponerse a darle comida a las plantas. “Con un cepellón ya tan grande, aprovecharon los nutrientes que les di de una forma mucho más eficaz”, concluye con toda la razón del mundo.

Hace algún tiempo tenía otras plantas, no de la red family, en pequeñas macetas que estaba cultivando como bonsáis y tan sólo con akadama”, nos informa mostrándonos las fotos que hizo de estas plantitas bonsáis. Desde luego eran muy curiosas  Os mostramos alguna para que veáis hasta qué punto la akadama es eficaz en el cultivo del cannabis… ¡y de todo!.

Todo bonsaista sabe que el lavado de las raíces, de vez en cuando, es muy eficaz e importante. Como nuestro cultivador dispone de agua filtrada con una calidad bastante aceptable, cada tres semanas, a partir del segundo mes de vida, regaba en abundancia cada cepellón para lixiviar posibles sales metálicas de los nutrientes. “He notado que los sustratos inertes tienden a acumular más sales metálicas que la tierra (…) Tan pronto comencé a abonar para vegetativo, a base de abono de crecimiento orgánico y más algas, hacía tres riegos, quizás cuatro, con nutrientes y hasta llegar a una EC de 1,00 milisiemens, y después a lavar con abundante agua”, afirma con verdadero dogmatismo. Yo, personalmente, creo que tiene razón. Por ejemplo, el coco acumula muchas más sales metálicas en las raíces que si estuvieran en la tierra.

Pero, en cualquier caso, es que este cultivador iba alimentado sus plantas con tan sólo nutrientes orgánicos y en un sustrato auténticamente genuino y especial. “De vez en cuando medía el pH de la akadama y seguía estando a 6,5, hasta que al final bajó a 6,2, lo cual me vino de maravilla para la floración (…) Continuaba así y veía que las plantas estaban bien, que apenas tenían alguna mácula o indicio de problema, así qué, ¿por qué cambiar?”, me preguntaba retóricamente.

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Ya en agosto se metieron de pleno en la floración y, por lo tanto, lo que hizo este jardinero fue variar el protocolo de abonado. En realidad, además de cambiar las cantidades de cada macro o micro nutriente, también subió algo la EC de cada riego aunque, por supuesto, continuó con los lixiviados. “En realidad nunca pasé de 1,6 milisiemens por abonado, pero creo que es más que de sobra cuando se cultiva con akadama”.  Sin embargo, aunque comenzó a usar un abono de floración orgánico y un potenciador, lo que jamás dejó de utilizar fueron los aminoácidos. Creo que son muchos todavía los cultivadores que no son conscientes de hasta qué punto los aminoácidos son de gran ayuda para nuestras plantas. No hay mayor vigorizante. Y, como todos sabemos, cuanto más fuerte sea una planta, menores serán los riesgos de ataques patógenos.

Cuatro semanas antes de la cosecha, les añadí guano de murciélago por encima de cada alcorque. Y ya no hice nada más salvo regar cuando tocaba e incluso las hice pasar un poquito de estrés hídrico para que así se “bebieran” hasta el último suspiro de humedad con nutrientes”. No le falta razón ya que al final de una buena cosecha, un poco de “sed” ayuda a que los cogollos resinen más. Pero cuidado, una cosa es algo de sed y otra un enorme estrés hídrico. Concretamente, siete días antes de la cosecha, dejó de regar y cuando notó que las plantas se ponían algo mustias, hizo el último regado a fondo. A los pocos minutos las plantas se pusieron esplendorosas y tuvieron una última subida de resina. ¡Había llegado el momento de cosechar!

En total, desde el momento de la germinación hasta la cosecha habían transcurrido casi tres meses. Cierto es que a este cultivador le apasionan las plantas bastante bien maduritas ya que las utiliza de forma lúdica pero también medicinal. Así que el hecho de darles un par de días más de maduración las hace algo más narcóticas. “Me sirven para calmarme en momentos de ansiedad y, sobre todo la Red Poison, como analgésico cuando padezco fuertes dolores de migraña”. La verdad es que bendita terapia si además tenemos en cuenta que te lo pasas genial mientras alivias tus dolores y problemas.

Su propietario las secó a conciencia y después las curó durante tres largos meses antes de poderlas considerar aptas para uso medicinal. Es verdad que antes de este periodo fumó de ellas, pero como diversión. Para un eficaz uso medicinal el curado es importante. Importante por todo, incluido el placer de saborear un humo que no te haga toser y con aromas variopintos con tendencias refrescantes y afrutadas. Y el colocón es bastante fuerte. Por este motivo has de ser prudente si lo que pretendes es darles un uso medicinal.

La productividad es realmente asombrosa para tratarse de plantas autoflorecientes y algunos ejemplares han llegado a dar casi 100 gramos de cogollos secos y muy bien curados. Esta cantidad, tras sólo 3 meses de cultivo y además a finales de verano, ofrece muchas posibilidades. ¿Quién tiene una marihuana de tal calidad a finales de agosto? ¿Y de exterior? Porque en mi opinión, las autoflorecientes funcionan mejor en exterior que en interior. Pero, como acabo de decir, es tan sólo mi opinión. Lo que sí aseguro con total rotundidad es que la akadama es un sustrato excelente. Pero por desgracia no resulta barato. Por lo tanto, aquellos que deseéis probar este tipo de cultivo bien podríais hacerlo con una o dos plantas para poder hacer comparaciones. Os garantizo que nadie saldrá decepcionado de este experimento. Por supuesto, partid siempre de semillas de la máxima calidad.

Y por último, no quisiera despedirme sin advertir una vez más que el buen cannabis es para disfrutarlo sin poner en riesgo tu vida ni la de los demás. No conduzcáis ni manejéis máquinas peligrosas tras haber consumido estas bombas psicoactivas que tanto placer nos producen. No permitáis que tanto placer derive en dolor y sufrimiento.

Hasta pronto.

Acerca del autor

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.