Un cultivo que cuente con unas condiciones ambientales que estén dentro de los parámetros requeridos para un óptimo desarrollo se encontrará libre de un estrés que lo perjudique.

Por Mari Sh

Sin embargo, en algunas ocasiones cabe la posibilidad de que no podamos controlar por completo estas circunstancias del medio y las plantas sufran las repercusiones. En otras, somos los cultivadores los que decidimos estresarlas con diversos objetivos. En este artículo haremos un breve repaso de los factores ambientales que causan estrés y sus consecuencias, resumiendo brevemente su alcance a nivel práctico.

El estrés vegetal

En fisiología vegetal se define el término estrés como el cúmulo de reacciones fisiológicas o bioquímicas que determinan una situación peculiar de un organismo, siendo ésta distinta a la que puede observarse cuando éste se halla en condiciones óptimas. De esta definición se deduce que, cuando una planta se encuentra en un medio desfavorable tienen lugar en su organismo una serie de cambios que alteran su estado fisiológico. Además, también se considera en ella la existencia de un fenotipo ideal, llamado “norma”, que se observa cuando el cultivo prospera en un ambiente inmejorable.

Las causas de estas alteraciones fisiológicas pueden ser varias, por lo que se conocen distintos tipos de estrés. Es posible que un ejemplar concreto o una variedad determinada presente mayor resistencia ante ciertas condiciones ambientales adversas. Es decir, determinadas genéticas resisten mejor a una o varias clases concretas de situaciones hostiles sin que su fenotipo se vea alterado de forma notoria, siendo éste el principal motivo por el que es aconsejable cultivar variedades adaptadas al clima y las circunstancias particulares de la zona. Entre las manifestaciones fenotípicas que se derivan del estrés, se incluyen amarillamiento, deformaciones, manchas, necrosis, etcétera. De igual modo, también se darán cambios a nivel interno que sólo pueden comprobarse mediante el empleo de técnicas especiales para su observación.

Entre los factores causantes de estrés se pueden distinguir los bióticos (animales, virus, hongos, etc.) y los abióticos (sequía, calor, salinidad, etc.). En este artículo, tal como comentaba al principio, nos centraremos en los factores ambientales, es decir, los abióticos.

El estrés hídrico

Es sabido por todos, cultivadores o no, que cuando una planta carece agua sufre una serie de consecuencias negativas que pueden llevarla a la muerte. Debido a los mecanismos fisiológicos que emplean los vegetales, la pérdida de humedad es inevitable para ellos. Por tanto, al desempeñar el agua un rol esencial en los procesos metabólicos de las plantas, su carencia causa alteraciones a distintos niveles. Estos desórdenes provocan a su vez otros desbarajustes, viéndose incrementado el problema si no se le pone remedio.

Para poder resistir el déficit hídrico, los vegetales han desarrollado diversos mecanismos. Según explican Pugnaire, Serrano y Pardos en 1999, en su participación en el libro titulado “Handbook of Plant and Crop Stress”, sobre esta cuestión: “La magnitud del estrés está determinada por la extensión y la duración de la privación. Por consiguiente, las respuestas de las plantas dependerán de la naturaleza de la escasez de agua y pueden ser clasificadas como (a) respuestas fisiológicas a corto plazo, (b) de aclimatación a un cierto nivel de agua, y (c) de adaptación a la sequía. Los cambios a corto plazo como respuesta al estrés hídrico suceden poco después de la aparición del mismo, estando principalmente relacionados con la regulación estomática, mediante la cual se reduce la pérdida de agua por transpiración y se maximiza la asimilación de CO2. Una eficiencia óptima en este proceso daría lugar a una relación proporcional constante entre transpiración y fotosíntesis. Las respuestas a medio plazo (aclimatación) incluyen el ajuste del potencial osmótico por una acumulación de solutos, los cambios en la elasticidad de la pared celular y cambios morfológicos. La adaptación a largo plazo a la sequía incluye patrones fijados genéticamente de asignación de biomasa, modificaciones anatómicas específicas y mecanismos fisiológicos sofisticados, con una reducción del crecimiento global para equilibrar la obtención de recursos.”.

A pesar de que el déficit de agua supone varios problemas que derivan generalmente en una menor producción, están muy extendidas en cannabicultura prácticas consistentes en forzar condiciones de sequía para aumentar la producción de resina. Hay cierta relación entre la falta de agua durante la floración y el incremento en su producción, pero no es recomendable estresar negativamente a las plantas ya que, cuando éstas están estresadas, su desarrollo es más lento y su capacidad de producción es menor. Por tanto, las flores serán más resinosas pero pesarán menos. Personalmente, para favorecer la producción de resina mediante el estrés hídrico, disminuyo la frecuencia de riego sólo durante las dos últimas semanas de la floración, cuando las flores están bien formadas y he dejado de aplicar fertilizante o estoy a punto de hacerlo. Por supuesto, esta práctica sólo puede llevarse a cabo en cultivos sanos.

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El estrés por temperatura

Las temperaturas extremas, ya sean demasiado altas o demasiado bajas, son también causa de estrés. Los vegetales son organismos cuya temperatura depende del ambiente (exceptuando las plantas endotérmicas), pero su metabolismo actúa de forma variable según las condiciones térmicas a las que se encuentra expuesto. Éstas influyen de forma determinante en multitud de procesos: desde la germinación hasta la floración, pasando por la fotosíntesis o la absorción de nutrientes.

Como ya sabrás, el frío ralentiza el metabolismo de las plantas, frenando su desarrollo y, en casos extremos, llegando a causarles la muerte por congelación. Por otra parte, el calor extremo también puede causar estrés en el cultivo. Éste disminuye la capacidad fotosintética y podría llegar a provocar daños celulares. Aunque en la literatura cannábica está ampliamente aceptado que las altas temperaturas favorecen la secreción de resina para evitar el desecamiento, es bastante posible que las plantas muestren algunas reacciones pasajeras ante ellas como, por ejemplo, un ligero enrollamiento de los laterales de los foliolos hacia arriba. No obstante, los daños más preocupantes que puede producir el exceso de calor tienen lugar en las raíces, que son especialmente sensibles a él y deberán estar bien protegidas en los cultivos de exterior.

Estrés por alta o baja irradiación y radiación UV

Una intensidad lumínica demasiado baja o excesivamente alta también provoca estrés en las plantas, ya que en ambos casos la fotosíntesis se ve dificultada. Sin embargo, desde el punto de vista de los que cultivamos cannabis, el efecto más interesante posiblemente sea el de la exposición a una elevada radiación UV, ya que favorece la síntesis de THCA. Éste es el principal motivo por el que se cree que las plantas de alta montaña producen más resina. Sin embargo, la aplicación al cultivo indoor de este conocimiento no está todavía muy estudiada. Aunque en foros y páginas web cannábicas hay varios usuarios que afirman haber realizado distintas pruebas con bombillas de las que se usan para los reptiles, no he encontrado documentación fiable al respecto. Este dato tan interesante lo recogió J. Lydon en 1986 en su tesis titulada “Effects of ultraviolet-B radiation on the growth, physiology and cannabinoid production of Cannabis sativa L”, donde, después de realizar varias pruebas, afirma que “la concentración de cannabinoides en Cannabis Sativa L. está correlacionada con entornos de alta radiación ultravioleta”. Además, el conocido breeder y cultivador DJ Short, afirmó en una entrevista para la revista High Times realizada en 2014 que “La altura es propicia para la producción de aceites esenciales. La alta exposición UVA y UVB produce un aceite más interesante y lleno de matices.”.

Estrés por salinidad y estrés nutrimental

En el autocultivo de cannabis medimos la salinidad mediante la conductividad eléctrica, que es directamente proporcional al contenido de sales disueltas en una solución. A medida que fertilizamos el cultivo, las sales pueden acumularse en el sustrato por diversas causas y, cuando el medio radicular está saturado, la presión osmótica puede hacer que el agua se encuentre cada vez menos disponible para las plantas, llegando a provocar daños por deshidratación. Para saber si el sustrato se halla saturado de sales puedes medir la EC del agua residual que drena de las macetas, debiendo lavar las raíces si ésta supera los 2,5 mS. Si cultivas en tierra, puedes medirla mediante el método de extracto de saturación del sustrato, que es bastante sencillo y puedes encontrar fácilmente por internet.

El estrés nutrimental se produce cuando hay un desequilibrio nutricional, ya sea porque las plantas carecen de alguno de los nutrientes que necesitan para su desarrollo, o bien porque lo han asimilado en exceso.

Respuestas al estrés

Cuando una planta sufre algún tipo de estrés, pone en marcha una serie de mecanismos que intentan compensar o limitar de alguna forma los daños sufridos. Existen varias respuestas a corto plazo, como un incremento en la síntesis de ciertos reguladores vegetales como el ABA o la regulación estomática en función de las necesidades de transpiración. Éstas dependerán en gran medida del factor que esté causando el estrés.

A medio y largo plazo, las respuestas de los vegetales son la aclimatación y la adaptación, es decir, las adecuaciones metabólica y genética al medioambiente, que pueden conllevar cambios en la anatomía y morfología de las plantas. Por ejemplo, las especies vegetales de alta montaña, que suelen estar expuestas a una intensa radiación UV, suelen presentar tallos y ramas cortas y poca distancia internodal, lo cual resulta en plantas de corta estatura y morfología compacta. Como apunte relacionado con el tema que nos ocupa (el cultivo de marihuana) cabe resaltar que esta descripción se ajusta muy bien a las variedades índicas puras.

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De igual modo que en el cultivo de cannabis hay quien induce estrés (sequía, lámparas UV, lesiones, low stress training, etc.) a las plantas para lograr un determinado resultado, en agricultura también se ha comprobado que éste puede tener un efecto favorable. La existencia de respuestas positivas que se pueden inducir llevó a Larcher a desarrollar un nuevo concepto del estrés en los vegetales (basado en anteriores) en 1987, según el cual existe un estrés beneficioso (eustress) y uno perjudicial (distress). Como contrapunto, y volviendo al cultivo de marihuana, Jorge Cervantes dedica unos párrafos al estrés en su libro “Marihuana: horticultura del cannabis”, en los que explica que, aunque aumente la producción de resina, disminuye el peso de las flores.

Por último, hay que tener en cuenta que existe una consecuencia general de los diversos tipos de estrés: el hermafroditismo o la intersexualidad. Las plantas hembra, aun cuando son feminizadas, pueden desarrollar unas pocas flores macho en situaciones de estrés. Las consecuencias para el cultivador de esta transformación pueden variar desde unas semillas aisladas en algún cogollo hasta un cultivo entero polinizado si las flores masculinas se han desarrollado junto a un ventilador que reparta su polen fértil por sala. Por tanto, lo más aconsejable si decides llevar a cabo prácticas que induzcan estrés es que escojas variedades con una marcada resistencia a la intersexualidad, ya que hay algunas genéticas que muestran una mayor tendencia hacia ella que otras.

Muy buenos humos y hasta pronto.

BIBLIOGRAFÍA

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Lydon, J. (1986, Enero 1). Effects of ultraviolet-B radiation on the growth, physiology and cannabinoid production of Cannabis sativa L. Resumen recuperado de SciTech Connect.

 

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.