En la actualidad hay un sinfín de variedades en el mercado y, como ya sabéis, me gusta de vez en cuando hacer un poco de historia y recordar la procedencia de lo que hoy en día llega a nuestros jardines.

por Fabini de Caprius

Estos orígenes en muchas ocasiones se han acabado perdiendo, dando lugar a nuevas variedades que ya en poco se parecen a sus ancestros originales. Esto no significa que hayan ido empeorando como calidad genética, sino que simplemente tras tanto cruce selectivo se han logrado fijar aquellos detalles que cada criador ha considerado necesarios, dejando atrás aquellos propios de las variedades puras, pero que no eran de interés para él.

Si alguno de vosotros me sigue en alguna red social, sabrá que soy amante de las variedades Skunk, sin embargo ya mencioné en la conferencia de Spannabis Málaga del presente año 2014 que otro de los grupos de cannabis que más me gustan son las sativas tailandesas.

Según tengo entendido, durante mucho tiempo (hace ya más de 20 años) las variedades tailandesas se han considerado de las más exquisitas, y no solamente estas, sino todas las que provienen del sudeste de Asia. Esto era debido a que los lugareños hacían sus cultivos con mucho cuidado, prestando atención a los machos y retirándolos a tiempo. De esta forma el cannabis era mucho más psicoactivo que el que se cultivaba en otras partes, donde se producía en cantidades mayores y prestando menos atención a la retirada de ejemplares masculinos. Además, su olor característico era de gran agrado al consumidor.

A pesar de su exquisita calidad y sus excelentes propiedades aromáticas, adecuadas tanto a paladares novatos como a los más sibaritas, las genéticas tailandesas tienen un gran porcentaje de hermafroditismo en sus ejemplares. Si llega a nuestras manos un lote de semillas puras de las montañas de Tailandia, no solamente debemos prestar atención a aquellas plantas que muestren desde el principio el hermafroditismo, sino que también tendremos que estar atentos a cómo reaccionan las distintas cepas a los síntomas de estrés, ya que es probable que muchas desarrollen apéndices masculinos tras la exposición a condiciones  extremas.

Estas variedades son muy sativas con efectos extremadamente eufóricos y felices. Por este motivo han sido un recurso muy utilizado a lo largo del tiempo para la creación de las variedades que hoy en día estamos acostumbrados ver en el mercado. Creo que a todos nos gusta una buena sativa para animarnos.

El inconveniente más destacado que tienen estas variedades en su estado puro, además del hermafroditismo, es la larga duración del ciclo de floración. En algunos casos pueden llegar a tardar hasta 16 semanas en terminarlo. Este factor, junto con el tamaño que estas plantas pueden alcanzar, hace que su cultivo en interior sea totalmente desaconsejado y, por supuesto, dificulta el cultivo en la zona norte de España. En la zona sur, aunque con alguna dificultad, se puede sacar una cosecha decente.

se han considerado de las más exquisitas, y no solamente estas, sino todas las que provienen del sudeste de Asia

Tenemos que tener en cuenta que cualquier sativa pura tardará como mínimo 10 semanas en estar totalmente madura y que, además, el porte de estas plantas suele ser mucho mayor que el de híbridos o índicas. Lo cual no quiere decir que sea imposible realizar un cultivo de interior o una crianza casera con estas variedades, sino simplemente que requerirán de unos cuidados mayores y una mejor coordinación del cultivo para que al final den un buen resultado y no obtengas ejemplares de un tamaño desproporcionado. Por supuesto debes tener mucha más paciencia que con una índica o un híbrido, pero ya sabes lo que reza el dicho: la paciencia es la madre de la ciencia.

Como puedes ver, las sativas tailandesas en su estado puro no son nada comerciales y ningún banco quiere lanzar al mercado una genética que, aparte de ser muy difícil de cultivar por su tamaño, tenga un alto porcentaje de hermafroditismo. Por esta razón, a lo largo del tiempo, los distintos criadores cannábicos han ido creando híbridos de tailandesas para obtener plantas más domésticas que sus indomables ancestros.

Hay muchas variedades hoy en día que provienen de sativas tailandesas, plantas tan conocidas como las Blueberry, que han sido hibridadas por muchos criadores distintos. Sin embargo, en su piscina genética contiene tanto por parte de madre como de padre, ancestros tailandeses y, en este caso, se utilizaron afganas para acortar sus tiempos de floración. También las míticas Amnesia, aunque en menor medida, tienen ascendencia tailandesa.

Esta genética se ha utilizado en multitud de híbridos actuales, no obstante ha quedado eclipsada por nuevos nombres comerciales y  su largo periodo de floración no ha ayudado. Pero si eres amante de este tipo de variedades y estás decidido en realizar tu crianza cannábica casera con estas, tendrás que adecuar el espacio de cultivo correctamente y tener en cuenta que el coste final del trabajo es mayor debido al tiempo, las condiciones necesarias para su cultivo y el bajo rendimiento que estas plantas suelen tener fuera de su clima habitual.

Como hablamos de plantas de gran tamaño, no podemos hacer la labor de crianza en un espacio muy pequeño. Así que el mínimo a utilizar pasa de sesenta centímetros cuadrados a un metro cuadrado con más de dos metros de altura. Este  cambio en el volumen mínimo del cuarto de cultivo no implica que vayamos a poner un mayor número de plantas, sino que es debido a que esta variedad es muy sativa y seguramente las plantas se disparen en altura y anchura. Su follaje suele ser muy denso y sus hojas muy grandes, llegando a tener hasta once o doce foliolos. De modo que pondremos un número menor de plantas a lo que estamos acostumbrados con algo más de distancia y separación entre sí. De esta forma nos aseguraremos que las plantas tienen suficiente espacio para desarrollarse correctamente. Es aconsejable ajustar el fotoperiodo a etapa de floración en cuanto se pongan las plántulas en la maceta y evitar hacer trasplantes en el cambio de crecimiento a floración, al menos si nuestro espacio de cultivo no es muy grande. De este modo nos aseguraremos que de las plantas comiencen a florecer en cuanto sean sexualmente maduras y evitaremos que se disparen en tamaño.

Es probable que debas hacer una poda apical para evitar que la altura se descontrole, pero no hagas más de una, ya que si no tendrás plantas demasiado arbustivas. Por supuesto, si ves que no va a ser un problema la altura, no tienes por qué hacer una poda apical.

La alimentación y la iluminación también sufrirán cambios: probablemente necesiten algo más de alimento de lo habitual y una frecuencia de riego distinta a los híbridos convencionales. Piensa que como estas plantas son de gran tamaño requieren de muchos nutrientes y luz para generar energía suficiente para su desarrollo, aunque las intentes mantener pequeñas, el sistema sigue estando preparado para generar grandes cantidades de energía.

 Siempre aconsejo utilizar lámparas de cuatrocientos vatios por cada metro cuadrado de cultivo, pero en este caso deberemos aumentar los vatios a seiscientos y probablemente necesitemos aportar iluminación de soporte, bien sea bajo consumo o LED. Hay que tener en cuenta que los ejemplares sativos necesitan de una iluminación más fuerte, y más si estamos cultivando una sativa tailandesa proveniente de las montañas, ya que en su hábitat natural se encuentran habitualmente a bastante altura, la radiación solar es distinta y mucho más densa, por tanto necesitan de bombillas más potentes para poder desarrollarse correctamente en un cultivo de interior. Ahora solamente queda que tu paciencia no se agote y que tu ojo sea bueno para detectar los mejores ejemplares, o al menos los que cumplan con las expectativas que tengas. Recuerda someter las plantas a estrés para descartar aquellas que muestren síntomas de hermafroditismo. Esto es algo que puede retrasar mucho la tarea, pero una vez logres seleccionar ejemplares adecuados tendrás buena parte del camino recorrido.

Las sativas tailandesas se caracterizan por un aroma muy cítrico, característico de las mandarinas, envuelto por un aroma incensado

Las sativas tailandesas se caracterizan por un aroma muy cítrico, característico de las mandarinas, pero que al mismo tiempo es envuelto por un aroma incensado que puede inundar una sala entera en pocas caladas. Este es uno de los motivos por los que ha sido tan apreciada, además de su efecto eufórico y feliz. Personalmente, tuve mi primera experiencia con una sativa tailandesa hace más de una década, cuando me invitaron a probarla, y nunca olvidaré ese aroma. Aunque debo decir que no he vuelto a fumar nada igual, muchas se parecían pero aquella tenía un punto que no he vuelto a probar todavía, tanto en aroma como en efecto.

Aunque las sativas sean mis favoritas en cuanto a esta subespecie, no quiere decir que las demás variedades de este tipo no sean de buen gusto. Pero ya sabes que esto depende de cada paladar y de los intereses de cada criador.

Las sativas mejicanas, por ejemplo, son plantas que, en comparación con las tailandesas, maduran bastante más rápido, pasando de dieciséis semanas a doce semanas de floración aproximadamente, ya que esto es algo que variará en cada fenotipo. Otro ejemplo son las sativas colombianas, aunque estas son bastante difíciles de domesticar y tienen tendencia a perder el rendimiento si la selección de los ejemplares no se hace concienzudamente.

El cannabis se encuentra alrededor del mundo en multitud de lugares gracias a su capacidad de adaptarse a los distintos climas y mostrar el fenotipo necesario para sobrevivir. Por esta razón podemos encontrar sativas en todo el mundo, desde Sudamérica hasta China, y cada una tiene unas características morfológicas distintas que las hacen únicas.

Cultivar genéticas tan sativas acaba siendo poco rentable: suponen mucho gasto para fumar poco y  normalmente la gente deja de hacerlo, o bien busca híbridos de corta floración pero que respeten los efectos y aromas propios de las sativas en la mayor medida posible.

Como decía al principio, actualmente se pueden encontrar multitud de híbridos en el mercado con efecto eufórico y feliz pero que tienen una floración muy corta, habiendo descendido hasta las nueve semanas de tiempo de maduración de la flor y haciendo su cultivo mucho más sencillo en interior.

Yo personalmente no aconsejo hacer una labor de crianza cannábica a partir de plantas sativas puras, al menos para comenzar. Aunque si lo haces correctamente no te arrepentirás y, si logras respetar todo lo que te gusta del parental sativa y acortar sus periodos de floración, puedes obtener una planta a tu gusto y con los tiempos que necesites según las condiciones de cultivo que tengas habitualmente.

Si lo que quieres es probar esta genética deberías mirar en el mercado que variedades puedes encontrar. Hay muchas casas que siguen teniendo sativas puras como se encontraron en su hábitat natural o que siguen siendo muy parecidas. Simplemente se trata de probar y ver si son de tu agrado.

Acerca del autor

Fabini de Caprius
Ante todo deja que me presente si no me conoces todavía. Soy Fabini De Caprius, fumatín, internauta y activista cannábico. Hace más de 12 años que estoy metido en todo este tema de la Marihuana, y aunque siempre he estado en las sombras, he decidido que ahora era el mejor momento para hacerme ver.