Después de un periodo de descanso de la tierra durante todo el mes de agosto, en el mes de septiembre se inicia la preparación del suelo para una nueva siembra, principalmente de maíz. Esta fiesta coincide con el equinoccio solar que sucede el 21 de septiembre y se celebra en honor a las mujeres y a la fertilidad, su nombre es el Kuya Raymi.
Texto: David Díaz Arcos, Mónica Hinojosa Becerra e Isidro Marín Gutiérrez – Fotografías: David Díaz Arcos
En la época incaica, antes de preparar la tierra para la nueva siembra se realizaban ofrendas o pagos. Esto consistía en compartir con los antepasados y la Pacha-mama una ofrenda de comida que se enterraba en la tierra. De esta forma, la tierra sería más fecunda y produciría mejores cosechas. En esta fiesta se agradecía a la Pacha-mama por los productos agrícolas recibidos durante el año. También durante el imperio Inca se escogían a las niñas más bellas e inteligentes del imperio para consagrarlas al padre Sol. Esto era un honor y un privilegio para sus familias. Por esta razón los incas creían que durante este periodo era el mejor tiempo para concebir hijos sanos y sabios. Las oraciones se realizaban de manera personal o familiar como una especie de reencuentro con la Madre Tierra. Durante este periodo se realizaba el Yamur Tuktuy- chicha del Yamor que es una bebida realizada con siete variedades de maíz. Esta fiesta fue prohibida por las autoridades españolas cuando se inició la conquista del imperio incaico, pero a mediados de los años 90 del siglo XX se rescató por los diferentes pueblos andinos. En la actualidad aún se mantiene esta festividad en varias culturas de la sierra ecuatoriana. Muchos pueblos andinos quieren que el Kuya Raymi no se folclorice y tratan de rescatar el verdadero significado de esta fiesta (Gualapuro, 2015).
En la visión del mundo andino el Kuya Raymi conforma una de las cuatro fiestas más importantes dentro de su calendario. En Cannabis Magazine ya hemos visto el Pawcar Raymi y el Inti Raymi (Díaz Arcos et al., 2016). El Kuya Raymi se celebra anualmente, después de la conmemoración del Inti Raymi, el 24 de junio, festividad en la que se honra al Sol y que marca el inicio del descanso de las tierras. Esta fiesta es la complementación del Inti Raymi, fiesta simbolizada por la figura masculina de la sociedad. Las raíces del Kuya Raymi, también llamada Warmi Pacha, se remontan al ‘Koya’. También esta fiesta es conocida como la celebración inca del inicio de la vida y en ella se nombra a la Pacha-mama como la máxima representación de la fertilidad.
Kuya Raymi, una fiesta en honor a la siembra
Esta fiesta tiene la finalidad de rendir honor y preparar la tierra para la siembra, al contrario del Inti Raymi, que festejan la temporada de las cosechas. En esta época del año, la tierra está fértil y en preparación para recibir las nuevas semillas que se van a sembrar. Eran cuatro días que se celebraban el Kuya Raymi. Se elegirán también a las representantes de las distintas denominaciones en referencia a los elementos de la tierra como el aire, fuego y aire: Allpa Ñusta, Nina Ñusta, Wayra Ñusta y Yaku Ñusta.
Muchas ciudades y pueblos de Ecuador celebran el Kuya Raymi como es Imbabura. Los cañaris, otavalos, natabuela o kayambis celebran estas fiestas. Salaka celebra su Kuya Raymi en las faldas del Kinlli Urko (cerro protector). Las mujeres con sus trajes típicos (anacos, blusas bordadas y rebosos de color blanco con bordado de hilo de colores que representan la pureza) van a ese sitio sagrado para efectuar los rituales (se baila al son del tambor, el bombo, la flauta y el pingullo). También van los taitas y mamas (chamanes y chamanas) antes de iniciar la siembra. En el cerro se ofrecieron a la Ñusta (reina de la fiesta), que representa la pureza y la fertilidad de la mujer. Las niñas llevan shigras (bolsos) tejidos con hilo de cabuya (planta llamada también agave americana). Luego se siembra los granos de maíz, habas y arveja (guisante). Otras ofrendas son wangos con los que hilan las mujeres para obtener el hilo para la elaboración de las prendas de vestir.
Otro lugar donde se celebra el Kuya Raymi es Tungurahua, donde se reúnen sanadores y sabios (yachakuna), y se realizan ritos de fertilidad y de agradecimiento a la Pacha-mama. Esto permite que parteras, fregadores, limpiadores y yachakuna sigan ejerciendo su labor en beneficio de la salud de los habitantes de las zonas aledañas.
En esta fiesta la mujer tiene un papel central ya que también es un símbolo de la fertilidad. Las mujeres son las protagonistas del Kuya Raymi. Ellas realizan en cada comunidad ofrendas de flores, frutas, verduras y vegetales a la Pacha-mama, como agradecimiento por su fertilidad. Actualmente Ecuador garantiza mediante su ley del Buen Vivir el respeto de las tradiciones y métodos andinos de impartir sanidad. Este modelo inclusivo sanitario permite que los saberes ancestrales en salud contribuyan a construir una sociedad intercultural.
Con una ceremonia denominada Inti Watana, se inician las festividades. También se realiza la elección de las ñustas que simbolizan diferentes comunidades: Angochagua, Cochapamba o Natabuela, que representan a elementos de la naturaleza como son el agua, el fuego, el aire y la tierra. Durante estas fiestas se come los sabores tradicionales como ocas, mecollos, papas con berro, semillas y el champús (es una bebida tradicional que lleva frutas y hierbas). Los invitados comparten una comida comunitaria conocida como “pampamesa”.
Después de la fiesta tradicionalmente se comenzaba con la preparación de la tierra y las semillas para la próxima cosecha. La celebración de la fertilidad, como también se conoce a esta fiesta, marca el regreso de cultivos ancestrales, como papa, quinoa y sangoracha. Tras noventa días de descanso los agricultores vuelven a preparar la tierra a finales de septiembre.
Fuego sagrado de Shuracpamba: La danza de las estrellas
La Danza de las Estrellas se llevó a cabo en la Luna llena de septiembre coincidiendo con la celebración del Kuya Raymi. En la cosmovisión andina en el mes de septiembre se inicia el primer trabajo en la tierra, con miras a la siembra principalmente del maíz. Esta festividad coincide con el equinocio solar que ocurre durante este mes y es una celebración en honor a la feminidad, a la fertilidad y vitalidad. Es una fiesta lunar de las mujeres en donde ellas adornan el altar.
En el año 2015 hubo 85 danzantes en esta celebración. Existen sitios similares en donde se realizan las danzas como son Otavalo, Cañar o Ibarra pero es en Shuracpamba el único sitio donde se trabaja con aguacolla. Hay personas que no van a danzar sino que van a apoyar a sus familiares. Son los cuidadores. Los cuidadores de los danzantes llevan plumas de cóndor, de águila o de guacamayo.
El propósito de esta danza es la siembra de las vidas humanas, el cultivo, retornar a la armonía con la tierra y recobrar la memoria más antigua para el sostenimiento humano. Es una danza dirigida por la energía femenina que busca el equilibrio, la unión y reconoce el trabajo, e invita a danzar a la energía masculina. Los dos se hacen uno de noche y a la luz de las estrellas. Este rito lo pueden dirigir tanto mamas como taitas. En esta ocasión el oficiante es el taita Alejo. Él es muy respetado dentro del Camino Rojo. Éste es el camino de la sabiduría de los abuelos, de los ancestros que vienen de la región andina, pasando por los mayas y llega hasta los lakotas del norte. El taita Alejo es el que cuida del fuego, en base a éste se rige todo. Sólo los taitas y el Diablo Huma pueden alimentar el fuego (son personas que se han dedicado toda su vida a la medicina). Nadie puede acercarse a poner algo en el fuego sin el consentimiento del taita. El fuego tiene forma de estrella. Por lo general al fuego siempre se le da una forma en la hoguera. Así conforman representaciones simbólicas. Se ofrece al fuego granos, cedro, romero, palo santo, copal o inciensos. El fuego va a marcar el ritmo de los danzantes. Este lugar sólo se utiliza para las danzas.
Es un tiempo decisivo donde hay que replantearse la relación con uno mismo como la relación con los demás. Se reza por la pareja y por comprender el trabajo espiritual que es cuando un hombre y una mujer deciden unirse en un proyecto común. Los danzantes llevan un bastón cada uno elaborado a su propio gusto, con plumas, cintas y diferentes colores. Los danzantes visten atuendos a su gusto. Llevan sus mejores galas, con cintillos de colores brillantes, faldas hermosas o velos. Las mujeres visten sus enaguas con flores en el cabello. Los hombres visten con sus ponchos. Las ofrendas son de tabaco, copal, cedro, palo santo o inciensos. Otras personas se dedicaron a cantar toda la noche y participaron en el Coro y en el Tambor de la “Danza de las Estrellas” (Kuya Raymi). El ritmo del tambor es importante. Los tambores se acercan al fuego con dos fines; uno que temple el cuero y suene mejor y otro como ofrenda al fuego. Los cantos son al fuego, al agua, al gran espíritu, al san pedro, a la ayahuasca o a la tierra.
Los temazcales o las casas de vapor
Hubo temazcales todos los días en la noche y en la mañana. Empezó el ritual con un temazcal de purificación. Un temazcal es una “casa de vapor”, una especie de sauna en donde entran piedras calientes al rojo vivo. Funciona de una forma similar a un baño turco. La idea es volver al vientre de la madre. Representa el origen de donde uno sale. El temazcal es muy caliente, es oscuro y, a veces, solitario. Cuando uno sale del temazcal es como volver a nacer. A la salida del temazcal el choque de temperaturas es muy fuerte. Los danzantes salen y están listos para la danza. Los temazcales no son propios de la cultura de Ecuador sino de la región norte de América y de los pueblos escitas del siglo V a.C. comentados por Herodoto en Europa. Como vemos son fusiones de diferentes tradiciones. Shuracpamba es el primer sitio en Ecuador y uno de los primeros sitios en Latinoamérica donde se abren estos espacios sagrados.
El temazcal empieza a las ocho de la tarde (ya es de noche). Dura entre una y dos horas dependiendo del número de danzantes. Antes que los danzantes entren en el círculo el fuego tiene que estar listo. Este fuego calienta las piedras del temazcal y el mismo que sostiene la danza.
Las danzas se dividen en cuatro puertas. Estas puertas indican intervalos de tiempo. Representan los cuatro puntos cardinales: el este, el oeste, el sur y el norte. Cada puerta tiene su significado: la puerta del este es la humildad, la puerta del oeste es la de la verdad, la puerta del sur es la constancia y la última puerta, la del norte, es la de la integridad de corazón y de espíritu.
Los atados de colores de tela y tabaco se llaman rezos y los elaboran los danzantes que van a participar. Cada danzante tiene que hacer 52 rezos y representan a las 52 naciones en la cosmovisión andina. Son lo que uno pide y ofrece. Uno hace los rezos poniendo la intención, el propósito por estar ahí, es lo que te da fuerzas. Los rezos se amarran en un hilo y se cuelgan en el círculo de danza antes del baile. En este caso los rezos son negros y representan a la noche, la puerta del oeste que es la oscuridad pero también la verdad.
La danza dura toda la noche, desde las once de la noche hasta las nueve de la mañana. Sólo se consume aguacolla, punta (aguardiente) con ají y el rapé (tabaco en polvo). Se consume rapé (tabaco en polvo) que te jala a la tierra y el san pedro que te ilumina. Uno se siente lleno de luz y de amor. Es fácil irse a otro estado de conciencia. El tabaco alinea tu conciencia. Llegas a un momento de lucidez en el que alineas tu cabeza con el corazón y puedes ser consciente del tiempo en el que uno está. La filosofía andina es ser consciente del aquí y del ahora. Ser consciente antes de tus pensamientos. De lo que haces, de lo que piensas y de lo que dices. El rapé sabe amargo, te limpia las narices y te provoca una sensación muy extraña. Con el san pedro expulsas todo lo malo, te limpia y alivias.
El Diablo Huma es un personaje que representa el equilibrio entre el bien y el mal. Es así que su máscara es doble y es el que ofrece aguacolla. El Diablo Huma es el que pone el orden durante la danza. Es muy activo, siempre está pendiente de todo alrededor. Si alguien sale de la fila, no danza o si alguien se porta de forma irreverente el Diablo Huma le dará un latigazo.
Los danzantes no pueden ni comer, ni tomar agua en toda la noche y danzan descalzos. Pero todos los danzantes que comienzan terminan, ninguno abandona. Más allá del dolor físico está el propósito del baile y la intención. En esta danza hay sufrimiento corporal. El cuerpo tiene que sufrir porque a través de eso viene la expiación. Hay que sentir el dolor para que uno entienda que está vivo. Es similar a la Semana Santa en Andalucía, cuando los penitentes van descalzos durante horas.
Entre puerta y puerta se descansa unos minutos. El círculo de la danza tiene cuatro puertas y cada puerta tiene adornos de floripondio. El lugar es frío pero con la medicina uno no siente nada. Al final del ritual se sopla trago y se ofrece agua. Le sigue otro temazcal (este más fuerte que el de inicio, en donde uno siente el poder de la aguacolla) y finalmente hay una comida comunitaria. También en este lugar se realizan las búsquedas en donde uno comienza a asumir compromisos y va despertando la consciencia.
BIBLIOGRAFÍA
Díaz Arcos, D.; Alle-Perkins Avendaño, D.; Hinojosa Becerra, M. y Marín Gutiérrez, I. (2016). El Pawkar Raymi, la celebración del nuevo tiempo. Cannabis Magazine, 143: 88-93.
Gualapuro Gualapuro, M.A. (2015). Centro ceremonial en la ciudad de Azama: El ritual como estrategia para configurar el espacio. Tesis de Grado. Quito, Universidad San Francisco de Quito.
Acerca del autor
Isidro Marín Gutiérrez nació en la ciudad de Huelva en 1975. Es Doctor en Antropología Social y Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología. Ha publicado 29 artículos en revistas científicas, 18 libros y 15 capítulos de libros. Entre sus múltiples publicaciones e investigaciones