Una de las poblaciones más bellas de Ecuador es Otavalo, ciudad ubicada al norte del país a pocos kilómetros de la frontera con Colombia.
Por Kruzkaya Ordóñez González, Mónica Hinojosa Becerra, Mishell Jaramillo e Isidro Marín Gutiérrez (@isidromarin)
Otavalo se caracteriza por su encanto natural y cultura milenaria que se refleja en los vestigios de la arquitectura incaica y sus costumbres que, hasta la actualidad, sus habitantes han tratado de conservar de generación en generación.
El nombre de Otavalo se relaciona con las creencias mitológicas basadas en varias interpretaciones. Para el idioma chaima (Caribe-Antillano) la palabra Otavalo proviene de la separación de las sílabas Oto-va-l-o, “lugar de los antepasados”. En el idioma pansaleo se relaciona con “casa”. En el idioma chibcha significa “en lo alto grande de la laguna”. Por último en la lengua originaria, el quichua, se traduciría como “cobija de todos”.
El atractivo turístico y cultural que hemos encontrado es lo que nos ha motivado para emprender un viaje a esta ciudad norteña ecuatoriana y así poder conocerla personalmente. La ciudad de Otavalo se encuentra en la provincia de Imbabura, a unos 110 Km de la ciudad de Quito. La ciudad se encuentra a 2.565 metros sobre el nivel del mar. Es un valle rodeado de lagos, ríos, montañas verdes y dos volcanes (Imbabura y Cotacachi). Esta región se caracteriza por una gran cantidad de comunidades indígenas (más del 50%) que han conseguido mejoras económicas y sociales sin perder sus valores culturales fundamentales. También esta zona se caracteriza por tener gran cantidad de pueblos y productivas haciendas. Otavalo es conocida porque tiene gran cantidad de telares y artesanías que producen a nivel nacional e internacional.
La cascada de Peguche
Uno de los atractivos de la zona es el Bosque Protector. En este sitio se ubica la Cascada de Peguche. Este lugar alberga una gran variedad de aves y mamíferos (colibrí, tórtola, quinde, armadillos, Chucuris o conejos de monte). La vegetación, por su parte, tiene un encanto natural que se disfruta en el recorrido de 45 minutos que se marcan desde la entrada al parque administrado por la comunidad indígena Fackcha Llacta (Pueblo de Cascada). Más de 60 familias indígenas viven de esta actividad turística, conservan y vigilan el bosque, además de aprovechar su tierra fértil con la siembra –en las zonas altas del sendero– de maíz, fréjol, melloco y habas principalmente.
En este lugar se encuentran importantes vestigios precolombinos como son las piscinas, las cuevas, un reloj solar y batanes. La cascada son consideradas como un “sitio sagrado” por los yachak (chamanes) que purifican su espíritu para iniciar las fiestas como el Inti Raymi (fiesta del solsticio de junio) o el Paukar Raymi (fiesta del florecimiento del maíz-marzo) (Trujillo y Lomas, 2014).
El origen de las aguas de la Cascada de Peguche proceden del Lago San Pablo (situado en las faldas del volcán Imbabura, a cinco minutos de la ciudad de Otavalo) permitiendo un salto de agua de 18 metros de altura. El velo de agua que se forma producto de la caída de agua tiene una connotación ancestral mitológica para la población indígena. Sus creencias se basan en la energía que procede del agua, por ello se acostumbra en este sitio a darse baños al pie de la cascada sin importar el frío propio de la zona. La época con mayor cantidad de energía para tomar un baño sagrado es en la víspera de las fiestas del Inti Raymi, convirtiéndose en un ritual espiritual que por lo general los indígenas lo realizan a media noche. Una de las características del pueblo indígena de Otavalo es su relación con el medio natural, las montañas, el agua, árboles y de la cual nacen sus ritos y algunas leyendas. El Inty Raymi, para la comunidad kichwa de Imbabura, constituye el inicio del año, es la fiesta principal del año y por sus características viene a ser la navidad de las comunidades (Díaz Arcos & al., 2016). Una navidad que se caracteriza fundamentalmente por la confección, adquisición y regalo de ropa nueva.
Bañarse en la Cascada de Peguche representa un rito de suerte. En Otavalo se cree en la buena y en la mala suerte que brinda el agua. Es por ello que cuando se bañan en la parte baja de la cascada todo lo malo se va con el agua. En cambio cuando se bañan en la cascada (dentro del velo) representa que les cae todo lo bueno. Otro de los beneficios, según la leyenda indígena, es el poder de la fertilidad que tiene el agua de la cascada. En la antigüedad las mujeres que durante un tiempo no podían quedar embarazadas, tomaban un baño acompañado de un ritual preparado y bendecido por los dioses.
Una vez que se ha visitado y recorrido la Cascada de Peguche la misma comunidad indígena nos sugirió conocer más de su cultura como es la música, utilizada principalmente para alentar cosechas y armonizar las fiestas tradicionales otavaleñas. Una festividad digna de verse es la fiesta de San Juan o Inty Raymi en Peguche (un pueblo de 5.000 habitantes cercana a Otavalo). Esta festividad anual es la más importante de la zona y dura toda una semana. Es en estas fechas cuando coincide con el fin de la cosecha de maíz. Esta celebración se da principalmente en las casas particulares de los habitantes de Peguche en donde se canta y se baila. El evento principal es el armay tuta (“noche del baño”) en una cascada en donde se utilizan ortigas. Últimamente ha obtenido mucha fama este ritual y vienen personas de todas partes de Ecuador y del extranjero (Voirol, 2013).
Para realizar el ritual hay que entrar en un bosque de eucaliptos. Este sendero sinuoso está realizado con piedras de diferentes formas y tamaños; incluso los muros son de piedra. Una vez dentro de la cascada uno tiene que bañarse y luego pegarse en todo el cuerpo con las ortigas. Posteriormente uno se enjuaga mientras dice las palabras ¡ri, karaju, llukshi! (¡vete, carajo, sal!). Así las ortigas se llenan de malas energías y se tiran al río para que se vaya. El agua y el ambiente están muy fríos (la mayoría de la gente comienza a gritar ¡Achachay!). Así los malos espíritus que tenemos dentro de nosotros se van con la corriente del río. El baño te da la energía para bailar toda la noche. Se concibe el baño como un ritual sagrado de purificación que permite entrar en el nuevo año andino.
Otro de los atractivos que relacionados con Otavalo es la música. La paya y la gaita han sido instrumentos que sus antepasados han venido utilizando para marcar el ritmo de cada actividad. En las cosechas se hacían mingas con unas 20 ó 30 personas para recolectar los sacos de maíz. La gaita tradicional y la paya se iban tocando en el trayecto para dar ánimos a todos los cargadores. Además de estos instrumentos se bebía la chicha tradicional para recargar fuerzas y poder llevar los sacos de maíz desde Imbabura hasta Peguche.
La alegría de la cosecha terminaba en una fiesta para alabar la cantidad y la calidad del maíz entregado por la madre tierra. Además de esto se utilizaba la gaita para animar las ceremonias, los matrimonios, para caminar, bailar, gritar y celebrar la cosecha de cada año. La música es una de las manifestaciones más importantes y alrededor de ésta han surgido varios representantes indígenas que han logrado mantener y llevar estas melodías identitarias dentro y fuera del país.
El tejido de Otavalo
Así mismo, otra de las actividades que permiten consolidar la trilogía identitaria del pueblo de Otavalo es la elaboración de los ponchos, cuyos símbolos plasmados en estas prendas son diseños geométricos y precolombinos. La figura que sobresale es la chacana o cruz andina. Es el signo recurrente en las culturas originarias de los Andes. El símbolo, es una referencia al Sol y la Cruz del Sur. Los cuatro lados suponen las cuatro estaciones indicando en su borde los Intis. Aunque su forma, que sugiere una pirámide con escaleras a los cuatro costados y centro circular, poseería también un significado más elevado. La chacana señala la unión entre lo bajo y lo alto, la tierra y el sol, el hombre y lo superior.
Las exhibiciones de los ponchos se realizan durante todo el año con especial atención en el mes de febrero durante el desarrollo de las fiestas del Pauca Raymi. Esto supone un mayor ingreso económico para los vendedores que acogen a turistas nacionales, e internacionales provenientes en su mayoría de Estados Unidos, China y Europa.
La Plaza de Ponchos, creada hace 40 años, es el escenario para la venta de una gran variedad de productos y artículos con caracteres andinos, por medio de los cuales los sectores indígenas se manifiestan y dan a conocer sus costumbres, tradiciones y cultura. Dentro de este colorido mercado tenemos a 6.000 comerciantes y vendedores. Esto promueve un gran capital económico producto de la venta y exportación de dichos productos.
En Otavalo la cultura y las tradiciones se conjugan con los atractivos naturales. Uno de ellos es la laguna San Pablo, alrededor de la laguna crece la planta de totora, fibra vegetal con la cual los nativos fabrican los caballitos de totora como medio de transporte por el lago. Es un material que les sirve también para la elaboración de canastas, esteras y diferentes tipos de artesanías. En el mes de septiembre durante las Fiestas del Yamor (una fiesta sincrética que se realiza hace más de 50 años en el que se celebra el Kulla Raymi) se hace una competición a remo sobre pequeñas embarcaciones (caballitos) de totora en el lago de San Pablo. Durante estas fiestas, se venden sombreros, camisas, bolsos, juguetes y otros productos artesanales. La totora se ha exportado a varios países de Europa y Estados Unidos (Macía & Balslev 2000).
Antiguamente el nombre de la Laguna era Imbacocha en idioma quichua. Esta reserva de agua es tan importante no solo por el valor natural sino porque es una fuente de vivencia para las comunidades indígenas, ya que de allí proceden algunos ingresos económicos para los indígenas que custodian y que proceden del principalmente del turismo y la pesca.
Otro momento singular para visitar Otavalo es en la celebración de la ayamarca (el 2 de noviembre) en donde la población visita los cementerios con ponchos azules y consumen chicha de maíz. Las mujeres llevan la comida y compran coronas de flores de papel para poner en las tumbas. Si los difuntos son adultos se colocan coronas negras o moradas que simbolizan que sus almas están todavía en el purgatorio por sus pecados. A los niños y los solteros se les ponen las coronas azules, rosadas o blancas, representando que sus almas están en el cielo. También se llevan a los cementerios champús (bebida hecha con harina de maíz, panela y hojas verdes de limón) y pan cocinado en casa. Se trata de pasar un día con el “muertito” y que esté al tanto de las cosas que le han pasado a sus familiares durante el año.
Otro ritual interesante de ver en Otavalo, en la loma denominada Chinpaloma o Rey Loma, es el que realizan los ancianos que dejan tumines. Los tumines son regalos que dejan junto al árbol milenario del lechero. En la cima de la loma se realizan oraciones y ruegan a los dioses que les transmita su energía. Esto también ocurre en la Cascada de Peguche, en Wantuk Rumi en las faldas de Imbabura. Los ancianos dejan los tumines a la allpa mama y a la pacha mama. Los tumines simbolizan los valores, el agradecimiento que la comunidad kichwa tiene para con la naturaleza y las personas, garantizando con dichas acciones mantener el equilibrio en todos los niveles de vida de las personas y de la naturaleza.
La chicha yamor
El término chicha viene de chichab, de una lengua de Panamá, y significa maíz. Es la fermentación del maíz en agua. Se van a producir azúcares en el maíz fermentado. Es una bebida alcohólica. Los españoles trasladaron el término chicha a las lenguas de los habitantes andinos.
La «chicha yamor» o el «yamor» es una bebida alcohólica que se obtiene de la fermentación conjunta de siete variedades de maíz que son el amarillo, blanco, negro, chulpi, canguil, morocho y la jora (maíz germinado). Se mezcla todo después de un proceso de secado, molido y hervido. Además del maíz, en el hervido intervienen algunas plantas aromáticas de la zona. Todos estos granos son molidos, hervidos con abundante agua y luego se deja fermentar en un tonel de madera.
Existen evidencias históricas en donde se describen al yamur aca como una bebida especial que era preparada por las acllaconas (“vírgenes del sol”) especialmente para el emperador inca. Por esta razón se cree que el término yamor llegó hasta el norte de Ecuador traído por los incas.
También es tradicional la chicha de Jora, una bebida hecha con maíz que pasa por un largo proceso para convertirse en harina de jora. Ésta se hierve y se mezcla con panela y especias, luego se deja fermentar. La chicha de jora es utilizada en las fiestas tradicionales de Ecuador. Después de ser sometidas al fermento con dulce se envasan en vasijas de barro herméticamente cerradas y se entierran por varios días. Por último un consejo, tengan cuidado con la chicha ya que entra muy bien y tiene un sabor agradable pero es alcohólica.
BIBLIOGRAFÍA
Díaz Arcos, D.; Allen-Perkins Avendaño, D.; Hinojosa Becerra, M. & Marín Gutiérrez, I. (2016). Inti Raymi. La fiesta del Sol. Cannabis Magazine, 145: 96-103.
Macía, M. J. & Balslev, H. (2000). Use and management of totora (Schoenoplectus californicus, Cyperaceae) in Ecuador. Economic Botany, 54(1): 82-89.
Trujillo, C. y Lomas, R. (2014). Gestión sostenible en turismo comunitario: programas de manejo, interpretación ambiental y senderismo. Caso cascada de Peguche. 1era edición. Dimex publicidad. Quito-Ecuador.
Voirol, J. (2013). ¿Cómo practicar la etnografía? Hacia una teoría pragmática y política de la descripción. Universitas humanística, 75, 81-104.
Acerca del autor
Isidro Marín Gutiérrez nació en la ciudad de Huelva en 1975. Es Doctor en Antropología Social y Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología. Ha publicado 29 artículos en revistas científicas, 18 libros y 15 capítulos de libros. Entre sus múltiples publicaciones e investigaciones