Crianza de las variedades del cáñamo
Por cáñamo entendemos generalmente que nos referimos a la especie Cannabis Sativa L. perteneciente al género de las cannabáceas, aunque el mismo término se emplea en algunas ocasiones para referirse a otras especies vegetales productoras de fibra textil como el cáñamo de Manila (Musa Textilis) o el cáñamo de Sisal (Agave Sisalina)
El cáñamo es una planta polivalente que ha sido domesticada por los humanos para la producción de fibra, semillas y la resina intoxicante producida en sus glándulas superficiales o tricomas.
Originaria de las zonas templadas de Asia Central el cáñamo ha sido calificada como ejemplo de especie Camp Follower, es decir, que se desarrollaba con facilidad en los terrenos fertilizados por los primeros asentamientos humanos, lo que habría favorecido en gran medida su domesticación. El cultivo de cáñamo para el aprovechamiento de fibra se introdujo en Asia Occidental, Egipto y posteriormente en Europa entre el 2000 y el 1000 a.C., siendo ya uno de los cultivos más extendidos en toda Europa en torno al año 500 d.C.
La introducción del cultivo de cáñamo en el continente americano se produjo por primera vez de forma documentada en Chile en el año 1545 d.C., siendo más tarde introducido en las colonias americanas del norte debido a la fuerte demanda de materia prima para la elaboración de velas y cordaje principalmente. Hasta mediados del siglo XIX el cáñamo y el lino fueron sin duda las principales fuentes de fibra vegetal, especialmente el cáñamo, que se consideraba el estándar por el que se valoraban el resto de fibras por su resistencia y durabilidad.
La prohibición de su cultivo en los Estados Unidos tras la aplicación de la Marihuana Tax Act y por extensión en el resto de países occidentales, junto con la introducción de las fibras sintéticas derivadas del petróleo, provocó el declive del cultivo de esta especie para fines industriales.
Pese a que el cannabis es un cultivo con un amplísimo abanico de posibilidades, su potencial apenas ha sido explotado en las últimas décadas, a pesar de que ya en el año 1938 la revista Popular Mechanics lo calificaba como “el cultivo del billón de dólares” y contemplaba ya más de 25.000 productos derivados que iban desde la dinamita al celofán.
Para hacer un repaso de las principales aplicaciones mencionaremos las siguientes:
Productos derivados de la fibra:
- Pulpa para pasta de papel: papel de liar, billetes, filtros y productos de higiene.
- Bioplásticos para la industria automotriz.
- Construcción y aislamientos térmicos.
- Geotextiles degradables.
Productos derivados de la semilla:
- Alimentos horneados: pan, bollería, pastas.
- Aceite alimentario.
- Cosméticos.
- Alimentación animal.
- Complementos dietéticos.
- Aceites para uso industrial: pinturas y barnices.
Productos derivados de la cañamiza:
- Cama para animales.
- Materiales para la construcción.
- Coberturas agrícolas (mulching).
A todo lo anteriormente expuesto habría que sumar la producción de cannabinoides para uso farmacéutico, aceites esenciales, biocombustibles, repelentes de insectos y un largo etcétera.
Aunque el cannabis en su forma natural o silvestre es una especie dioica (con ejemplares masculinos y femeninos diferenciados), los procesos de crianza y selección para usos industriales han dado lugar a variedades monoicas (ejemplares que presentan rasgos de ambos sexos simultáneamente). Las variedades monoicas presentan como mayor ventaja un desarrollo y morfología más uniformes, por lo que se simplifica la mecanización y manejo del cultivo. Dentro de éstas últimas se pueden encontrar variedades “feminizadas” donde sólo el 10-15% de los ejemplares son macho y el resto de la población es mayoritariamente hembra. Estas variedades se obtienen empleando polen procedente de variedades monoicas para polinizar ejemplares femeninos de variedades dioicas.
Una cuestión a la que en nuestro país apenas se le está prestando atención debido a la “alegalidad” del cultivo de cannabis psicoactivo es la de la polinización involuntaria. La bibliografía consultada recomienda como mínimo una distancia de 5 kilómetros para evitar la polinización entre variedades que se deseen mantener puras. Actualmente, en el estado de Colorado se están discutiendo distintas opciones al estar legalizado el cultivo de todo tipo de cannabis, por lo que pueden aparecer conflictos entre agricultores al ser imposible obtener una cosecha “sinsemilla” en zonas cercanas a grandes plantaciones de cáñamo industrial.
La selección y crianza selectiva enfocada a maximizar la producción de fibra ha sido realizada buscando siempre la mayor distancia internodal posible y la menor tasa de ramificación, puesto que los nudos y ramas de la planta suponen una discontinuidad en la fibra, rebajando la calidad de la misma. Otra estrategia ha sido seleccionar variedades con el interior del tallo prácticamente hueco buscando que la planta destine sus recursos energéticos hacia la producción de fibra y no al desarrollo del interior leñoso del tallo. La misma lógica se aplica a las variedades destinadas a la producción de semilla en contraposición a aquellas para producción de fibra: una variedad con una alta producción de semillas destinará gran parte de sus esfuerzos al desarrollo y maduración de las mismas, dejando en segundo plano el desarrollo de las fibras.
La densidad de siembra es diferente según el tipo de aprovechamiento planeado, empleándose una mayor densidad de siembra cuando el cultivo se dedica a la producción de fibra, puesto que al haber más competencia por la radiación solar las plantas exageran su crecimiento vertical y con ello la producción de fibra de mayor calidad, tampoco queda espacio suficiente para el desarrollo de ramas laterales que dificulten el procesado o reduzcan la calidad de la fibra obtenida.
Estas características de longitud de la planta, distancia internodal, baja ramificación y tallos huecos son difíciles de encontrar en las variedades seleccionadas por su uso como narcótico. Las variedades psicoactivas se han desarrollado históricamente en el subcontinente indio y en el sudeste asiático, y suelen ser claramente dioicas, muy ramificadas y de maduración más lenta.
Las variedades específicas para la producción de aceite de semilla fueron abandonadas durante décadas en occidente y no ha sido hasta hace relativamente pocos años que han vuelto a aparecer en el mercado variedades específicas para este tipo de producción, procedentes en su mayoría de antiguas landraces de origen ruso.
Toda la industria del cáñamo se ve influenciada de una u otra forma por la prohibición del cultivo de las variedades narcóticas, siendo bastante complejo el diferenciar unas variedades de otras, dado que no sólo el nivel de THC puede variar de un individuo a otro dentro de la misma variedad o dependiendo del momento exacto de la toma de muestras, además lo mismo sucede con el CBD, siendo éste un cannabinoide que contrarresta los efectos euforizantes del THC. Por si fuera poco dentro de una misma planta el contenido en cannabinoides varía de unas partes a otras, que de forma creciente enumeraríamos de la siguiente forma:
- Raíces.
- Tallos principales.
- Tallos secundarios.
- Hojas primarias (las más grandes y antiguas).
- Hojas secundarias (las más jóvenes y de menor tamaño).
- Brácteas (el capuchón o vaina que envuelve a las semillas y donde se concentran las glándulas resiníferas).
La discusión sobre el contenido máximo de THC en las variedades susceptibles de ser autorizadas para uso agrícola sigue en marcha, pero ni siquiera llegando a un consenso internacional sobre este aspecto (que no lo hay) se terminaría con las absurdas sospechas de un uso “ilícito” de los cultivos de cáñamo, puesto que el CBD puede transformarse en THC mediante un proceso químico conocido como isomerización.
Esta eterna discusión sobre el límite admisible de THC ha llevado a que las variedades dioicas prácticamente hayan desaparecido del catálogo europeo de variedades autorizadas, dado que es más fácil controlar este rasgo en las variedades monoicas.
Con las recientes reformas legales en los EE.UU. y la correspondiente apertura al cultivo de cáñamo en ciertas condiciones será necesario contar con un material genético de partida para desarrollar las variedades que mejor se adapten a los diferentes usos y regiones del país, por ello la demanda de semilla de siembra está en aumento. En Europa hemos perdido tantas oportunidades discutiendo nimiedades y utilizando la picaresca más descarada para robar fondos comunitarios que es más que probable que en pocos años seamos superados por los “novatos” norteamericanos.
Otra desastrosa consecuencia de la prohibición es el de imponer límites imposibles para la presencia de THC en los productos alimentarios derivados del cáñamo industrial (entre 5 y 0,005 ppm dependiendo del tipo de producto). La semilla de cáñamo no contiene cannabinoides en absoluto, pero es inevitable que la semilla entre en contacto con las glándulas o tricomas durante la cosecha e incluso una vez cosechada siempre habrá una pequeña proporción de las semillas que todavía estén unidas a las brácteas cargadas de resina, por lo que se hace imposible elaborar productos comestibles que no superen esos bajísimos umbrales sin invertir un gran esfuerzo en limpiar hasta el último resto de glándulas en la semilla destinada a uso alimentario.
Además de que no se respeta el conocimiento científico actual, que demuestra que en las glándulas de la planta fresca los cannabinoides se encuentran en su forma ácida ( THC-a y CBD-a) y por tanto desprovistos de cualquier efecto psicoactivo o estupefaciente.
Así que mientras en occidente discutimos sobre el sexo de los ángeles en materia de cannabinoides: permisos, licencias, intervenciones policiales kafkianas… los colegas chinos dominan ampliamente el mercado mundial del cáñamo, ya sea de semilla, de fibra o de las innumerables aplicaciones terapéuticas de los cannabinoides, estando más de la mitad de las patentes referentes a estos aspectos registradas a nombre de compañías del país asiático. Así que ya podemos espabilarnos para no quedarnos en vagón de cola de esta emergente industria.
Referencias bibliográficas
- 1970
- de Meijer. 1994
- Grotenhermen, Karus. 1998
- Small, Marcus. 2002
Ramón Servia
Ingeniero técnico agrícola de profesión, desde el año 2012 ha llevado a cabo diferentes experiencias relacionadas con el cáñamo industrial, buscando ahondar en el conocimiento de los diferentes aspectos del cultivo y las variedades certificadas disponibles. Ha actuado como perito judicial en varios casos relacionados con el cannabis y es colaborador habitual en publicaciones especializadas en el sector.