La toma de nepi o ayahuasca

Los tsáchila son una comunidad que habita en las tierras bajas occidentales de Ecuador. Al vivir en una zona fronteriza y de paso, han mantenido fuertes relaciones con sus vecinos más cercanos –blancos, mestizos, negros e indígenas, principalmente– de la Costa y la Sierra y del Oriente amazónico (Ventura i Oller, 2011).

Autores: Cristian Tinoco Díaz, Juan Pablo Arrobo Agila, Mónica Hinojosa Becerra, Francisco Javier Ruiz San Miguel e Isidro Marín Gutiérrez, @isidromarin

¿Quiénes son los tsáchilas o colorados?

La etnia tsáchila se ubica en la parte rural de la provincia de Santo Domingo de los Tsáchilas, agrupando en la actualidad a siete comunidades divididas geográficamente en la zona rural de Santo Domingo: Chiguilpe, Cóngoma, Búa, Naranjos, Poste, Peripa y Otongo Mapalí (en el año 2002 la comuna Tahuasa desapareció, resultando en las siete comunidades que se recogen). La actual ciudad de Santo Domingo cuenta con 270.000 habitantes, pero hasta hace 100 años no era más que una población compuesta por una hacienda y tres casas; estando habitado el municipio de San Miguel de los Colorados por cinco colonos blancos, con los cuáles los tsachilas comenzaron a establecer relaciones.

En el año 980 la tribu de los caras tomaron posesión del noroccidente de lo que en la actualidad es la provincia de Pichincha de Ecuador. Al fusionarse los quitus con los caras, se fueron dispersando y conformando distintos grupos familiares de los cuales descienden los colorados o tsáchilas. Sin embargo, en años posteriores los caras fueron conocidos como los yumbos colorados y cayapas, de donde finalmente se deriva la etnia tsáchila.

Entre las mercancías cargadas por los colorados en ruta hacia la Amazonía a principios del siglo XVII, se encontraban ídolos que iban a ser cambiados por plantas medicinales: ¿pudiera encontrarse la ayahuasca en ellas? Durante la Colonia española los chamanes tsachilas jugaron un papel importante en el imaginario simbólico de la Sierra andina (Salomon, 1997). En este sentido, la primera noticia de la presencia de curanderos colorados aparece en un juicio a un curandero de la península de Santa Elena que declaró en 1784 (Laviana Cuetos, 1996).

Los chamanes en toda la zona de lo que es hoy Ecuador sirvieron de nexo común y de intercambio interétnico y, actualmente, se evidencia la continuidad de este fenómeno social. Michael Harner (1977) señaló las relaciones de intercambio simbólico entre los chamanes canelos y los shuar, para quienes los primeros estarían dotados de flechas mágicas más poderosas.

El chamanismo tsáchila y sus relaciones

El antropólogo Rafael Karsten (1988) documenta viajes de pacientes de Quito que viajaban a Santo Domingo en 1917 para curarse de sus dolencias con ponés (chamanes) tsáchilas (Ríos y Borgtoft Pedersen, 1994). Se empezó a canalizar una mayor difusión de los poné tsáchilas a partir de la construcción de carreteras y la difusión de la Radio Zaracay en los años 50 del siglo XX. Existe una fusión en múltiples viajes de curación tanto de pacientes de la Sierra ecuatoriana hacia curanderos tsáchilas, como de pacientes tsachila hacia algunos de los yachak (curanderos o chamanes) quichuas. Los chamanes tsachila fueron muy demandados por todas las regiones de Ecuador. Así, en sus viajes tuvieron nuevas relaciones y nuevos conocimientos (Muñoz-Bernand, 1986: 79-81). Existen curanderos en la Sierra ecuatoriana que utilizan un sombrero de lana rojo durante las sesiones terapéuticas como símbolo de detalle con sus maestros tsáchilas. Santo Domingo corresponde  lugar donde los yachak serranos acuden a aprender los conocimientos de los tsáchilas (Sanchez-Parga y Pineda, 1985).

Los curanderos quichua amazónicos son considerados poderosos y algunos curanderos tsachila narran una estancia en la Sierra como algo muy importante en su iniciación, por lo que los chamanes tsachilas son considerados poderosos entre los curanderos shuar. Los chamanes shuar realizaban viajes cruzando los Andes a visitar curanderos tsáchilas por cuestiones de aprendizaje mágico. Los chamanes shuar recibían de los chamanes tsáchilas dardos mágicos y les enseñaron a usar el trago (aguardiente de caña) para intensificar las visiones con la ayahuasca. A su vez, los chamanes tsáchilas buscaron y buscan la ayuda de los curanderos cayapas, a los que se les atribuyen poderes para contrarrestar brujerías y el conocimiento de remedios contra las picaduras de serpientes (Holm-Nielsen, 1983). Otros ponés tsáchilas que se declaran católicos utilizan en su parafernalia curativa con estampitas de vírgenes, santos y de otras imágenes similares.

La medicina tsáchila

Los tsáchilas tienen un sistema sanitario similar con otras comunidades indígenas de Latinoamérica en general y de Ecuador en particular. Creen en enfermedades de dios, o del doctor, así como en enfermedades causadas por la brujería.

Entre los métodos de diagnóstico y tratamiento de enfermedades se tiene la limpieza a través del huevo. El método generalizado hasta mediados del siglo XX fue la extracción, por la vía de la succión (chupando), de la enfermedad del cuerpo en forma de una espina de chonta, método muy utilizado en la Amazonía (Chaumeil, 1993). Hemos constatado que algunos curanderos de la Sierra también succionan la enfermedad, como el caso de un yachak de Saraguro aunque aquí la enfermedad no aparece en forma alguna representada, salvo el vómito que le produce al curandero.

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Otro elemento que se utiliza en los ritos de sanación es la mesa o mesada. La mesada es un lugar común en la tradición chamánica de Latinoamérica. Su propio término sería asociado a la palabra “misa” más que a la “mesa” como símbolo del altar católico (Sharon, 1988). Los curanderos tsachila a principios de siglo acostumbraban a visitar la casa del enfermo y, cuando éste se encontraba muy grave, era trasladado a la selva, donde se realizaba la ceremonia de sanación. Los poné llevaban sus objetos mágicos en un saco y los colocaban en una pequeña mesa. Las mesadas contenían piedras negras, elemento fundamental, y a espinos de chonta. Los poné ancianos actuales cuentan cómo antiguamente sanaban en cabañas habilitadas a tal efecto pero que éstas se encontraban dentro de la selva. Actualmente han desaparecido las espinas de chonta, sustituidas por otros objetos punzantes como flechas o puñales, incorporándose estatuillas antropomorfas y figuras precolombinas; así como iconografía de procedencia cristiana o bien amazónica (tsantsas shuar) y costeña, como las conchas, además de otros instrumentos de origen neochamánico, como pirámides y esferas de cristal. Ahora los poné tsáchilas portan en sus mochilas escolares los objetos imprescindibles para sus rituales en la selva, los cuales se limitarán a las piedras negras y flechas u objetos punzantes, abandonando el resto de objetos en sus casas.

Las piedras negras toman forma a través de la ingestión de nepi. La ayahuasca forma parte de la mayoría de rituales de la Amazonía. Algunas de las banisteriopsis caapi sembradas en tierras tsachilas proceden del oriente amazónico y son considerados más fuertes que las autóctonas. A pesar del claro intercambio con la Sierra para otros elementos curativos, resulta llamativo que no se encuentren referencias sobre su uso entre los indígenas andinos, que utilizan más el cactus San Pedro.

La enfermedad para los tsáchilas

Entre los tsáchila encontramos afecciones como el susto o el espanto (wepana kika), el mal aire (seiton wuu kika), o el mal de ojo (kaka kika), consideradas enfermedades de origen castellano. Todo ello asociado con una clasificación autóctona de las enfermedades de los blancos, también llamadas de dios o de doctor, como la gripe (ofo), la pulmonía (ofo seka) o el tétanos (chiyaku). El concepto autóctono de la enfermedad no ha sufrido variaciones sustanciales. La cosmología tsachila sitúa a Tsabo Ayan, la madre de las estrellas, como la protectora de las enfermedades y la apertura de un camino hacia ella, el acto de un poné que las envía.

Los tsáchila, aunque sin negar la eficacia del chamán, han aceptado la medicina occidental en la medida en que se les ha facilitado su acceso. Algunos tsáchila asocian también el nombre, las fotografías y las prendas corporales con materiales para practicar maleficios personales. Un caso de brujería no puede ser tratado por el doctor, el cual empeoraría los daños, al igual que ciertas enfermedades deben ser tratadas por los médicos. Así, existen dos sistemas que funcionan de forma paralela. Encontramos entre los tsáchila tanto personas escépticas respecto de las virtudes de los poné, como fieles seguidores de los curanderos. Con el consumo de nepi y la orientación de los espíritus los poné analizan cuál es el diagnóstico del paciente y diagnostican si la enfermedad es de su competencia o si atañe al doctor occidental.

Sus rituales con ayahuasca

En la actualidad, estas siete comunas poseen una fecha importante y ancestral para el fortalecimiento del espíritu, al que le denominan kasama (nuevo año, en el idioma tsafiqui). La kasama siempre coincide con el Sábado de Gloria (para los católicos). En esta ceremonia se realiza un ritual ancestral en donde figura el consumo de nepi.

Como se ha señalado, en la etnia tsáchila, existe el ritual de purificación y el ritual para la toma de nepi o ayahuasca. El ritual de la toma de nepi se debe hacer en luna llena, y en especial los viernes. Las curaciones tsachila siempre se realizan de noche, y sólo en casos de extrema urgencia se puede intervenir durante el día. Los chamanes tsachila curan cualquier día de la semana, pero dado que muchos de sus enfermos provienen de las otras partes de Ecuador se ha acabado institucionalizando el martes y el viernes como los días de mayor concentración de las fuerzas curativas. Los tsáchila no dudan en seguir acudiendo al poné cualquier día de la semana, evitando los martes y viernes para no coincidir con los pacientes ecuatorianos o turistas.

Para esta ceremonia se escoge un lugar donde el poné de cada comuna sienta la energía de los espíritus de los antepasados para realizar la toma de la bebida. A esta ceremonia asisten personas de la comunidad así como turistas para experimentar este ritual. La ceremonia inicia aproximadamente entre las 10 a 11 de la noche. Es este lapso existe una etapa donde el poné realiza una breve limpia espiritual para poder ingresar al lugar y que la persona no sufra de “mal aire”. Realizada la limpia, se inicia una breve ceremonia de permiso y autorización a los espíritus ancestrales para realizar la toma de nepi. Aproximadamente van entre 10 a 15 personas.

La ayahuasca es una planta enteógena, la cual es preparada como bebida ancestral. El tallo de la banisteriopsis caapi es cortado y pelada la corteza. Teniendo el tallo desnudo, se procede a machacarla por unos minutos y se pone a hervir a fuego lento: a mayor duración de la cocción mayor será el efecto. Por lo general, para que le bebida tenga el efecto deseado, debe estar hirviendo a fuego lento entre 24 a 30 horas.

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El nepi al ser un enteógeno produce percepciones y visiones futuras o pasadas. Según los integrantes de la comuna tsáchila “Cóngoma Grande”, esta bebida en la antigüedad era tomada con mucha frecuencia por los ponés para fortalecer sus espíritus. En la actualidad, se ha ido en declive esta tradición, debido que este ritual se hace una vez cada tres o seis meses en las comunas y pero con la llegada del turismo se mantiene. En la antigüedad el ritual de la toma del nepi duraba toda la madrugada y las personas salían del lugar a las 7 u 8 de la mañana del día siguiente. Actualmente la duración de la toma de nepi dura entre 3 a 4 horas dependiendo del estado físico y psicológico de las personas que hayan ingerido la bebida.

Una vez iniciada la ceremonia, el poné inicia la repetición de la bebida a todos quienes hayan decidido beberla. En el lapso de 20 a 25 minutos, surge efecto la primera toma, la cual es el mareo, seguido de vomito o diarrea. Esto afecta a aquellas personas que pocas veces hayan tomado nepi. Sin embargo, la segunda toma, se hace cuando haya pasado el vómito o diarrea. En este etapa, transcurren aproximadamente unos 30 minutos donde la persona comienza a concentrarse automáticamente, sentado, sin ánimos de hablar y agachado su cabeza, pensando en lo que desea ver, en sus anhelos o en los miedos, entre otras cosas. Una vez superado esta parte, viene la tercer toma en la cual inician las visiones, las alegrías, las llamadas, los gritos, los llantos, personas hablándole a un árbol o corriendo entre la vegetación. 

Para los tsáchilas que poseen esta costumbre de tomar constantemente necesitan de 10 a 12 tomas para entrar en las alucinaciones, debido a que su cuerpo está adaptado a esta bebida. Gumercindo Aguavil, antiguo gobernador tsáchila, comenta que esta bebida también es un purgante para eliminar células cancerígenas del cuerpo, y es una de las razones de que sus antepasados vivieran hasta los 100 años de edad.

Así que el auge del turismo en Ecuador, en busca de escenarios exóticos y de una idea de “autenticidad” convertida en producto de consumo, ha traído a un primer plano estos cultos antes considerados una subcultura marginal y recluido al ámbito de lo privado, ofreciéndose hoy como una oferta turística que vende “autenticidad”, “etnicidad” y “espiritualidad”.

Bibliografía

Harner, M.J.  (1977). Les Jivaros. Hommes des cascades sacrées, Paris, Payot.

Holm-Nielsen, L. et al. (1983). Las investigaciones etnobotánicas entre los Colorados y los Cayapas. Informe preliminar, Miscelánea Antropológica Ecuatoriana, Boletín de los Museos del Banco Central del Ecuador, 3: 89-116.

Karsten, R. (1988). Tsachila. Los clásicos de la etnografía sobre los colorados (1905-1950). Quito, Abya-Yala.

Laviana Cuetos, L. (1996). Brujas y curanderas de la Colonia, Guaranda, Universidad Estatal de Bolívar/Centro para el Desarrollo Social.

Muñoz-Bernand, C. (1986). Enfermedad, daño e ideología. Quito, Abya-Yala.

Ríos, M. y Borgtoft Pedersen, H. (1994). Las plantas y el hombre, Quito, Abya-Yala / Herbario QCA, PUCE.

Salomon, F. (1997). Los Yumbos, Niguas y Tsatchila o “Colorados” durante la colonia española. Etnohistoria del Noroccidente de Pichincha. Quito, Abya-Yala.

Sanchez-Parga, J. y Pineda, R. (1985). Los yachac de Ilumán. Cultura, Revista del BCE. Monográfico La cultura andina en el Ecuador, vol.VII, 21b: 529-530.

Sharon, D. (1988). El chamán de los cuatro vientos. Madrid, Siglo XXI.

Ventura i Oller, M. (2011). Redes chamánicas desde el punto de vista Tsachila, Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En línea], consultado el 9 de marzo de 2016. URL: http://nuevomundo.revues.org/61200; DOI: 10.4000/nuevomundo.61200.

 

Acerca del autor

Isidro Marín Gutiérrez nació en la ciudad de Huelva en 1975. Es Doctor en Antropología Social y Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología. Ha publicado 29 artículos en revistas científicas, 18 libros y 15 capítulos de libros. Entre sus múltiples publicaciones e investigaciones